Montag, 1. Oktober 2007

CAPITULO VIII. 1945 EL PURIM.

STALIN: "Les invitó a brindar por la ejecución de cincuenta mil oficiales alemanes". CHURCHILL: "Esto está en contradicción con los principios de la Justicia Británica". ROOSEVELT: "¿Qué les parece a Ustedes si lo dejamos en 49.500?... ¿Qué opinas tú Eliot?"ELLIOT ROOSEVELT: "Espero que no serán 50.000 solamente, y que llegaremos a la cifra de 100.000..."
(De las Actas de la Conferencia de Teherán)

LAS TRECE RAZONES DE LA SINRAZON
Repasando los discursos y declaraciones oficiales de diversas personalidades responsables del campo aliado, hemos encontrado trece razones que se han esgrimido preferentemente para justificar la Cruzada contra el Nacional Socialismo y el Fascismo.
Analicémoslas brevemente.
1. -"LUCHAMOS EN DEFENSA DE LA INDEPENDENCIA POLACA" (Winston Churchill).
Puede pensarse lo que se quiera sobre la estatura moral y la inteligencia de los miembros de los Gabinetes inglés y francés que declararon la guerra a Alemania. Pero sería ultrajar su sentido común el suponer que no se dieron cuenta de que la posición geográfica de Polonia imposibilitaba a Inglaterra o a Francia una defensa adecuada de aquél país. Un simple vistazo a un atlas debió, ciertamente, permitirles verificar tal evidencia. No obstante, ellos permitieron -o, más exactamente- ellos forzaron a Mr. Chamberlain a otorgar una garantía a Polonia, a pesar de que sabían perfectamente -no podían no saberlo- que tal garantía era perfectamente impracticable.
Ese es el punto esencial: ¡Ellos lo sabían!
Los hechos confirmarían ampliamente ese punto: Ingleses y franceses no movieron un dedo para ayudar a los polacos. Nada menos que Hore Belisha, Ministro de la Guerra británico, declaró que "Antes de que, por algún milagro, podamos operar para salvar a Polonia, el paciente habrá muerto.
La muerte del paciente fue precipitada por la invasión soviética. ¿Cuál fue la reacción anglofrancesa ame este ataque por la espalda?... ¿Interpusieron Inglaterra y Francia su famosa garantía a Polonia y declararon la guerra a la URSS ?. Ya sabemos que no fue así.
Cuando los rojos de Chernyakonski y Zhukov llegaron a Polonia, el embajador soviético en Méjico, Umansky, declaró, tranquilamente:
La URSS considera como suyo el territorio polaco ocupado en Septiembre de 1939 ". (1)
Nadie dijo nada en Londres. Tampoco habían dicho nada Churchill, Vansittart, Halifax et alia cuando, en 1943, los alemanes manifestaron haber descubierto una gigantesca fosa en Katyn, cerca de Smolensko, conteniendo los cuerpos de miles de oficiales polacos, asesinados por los rusos. La Cruz Roja Internacional confirmó este aserto. El Gobierno Polaco exilado en Londres quiso investigar sobre este asesinato colectivo pero Stalin se negó a permitir las actividades de ninguna comisión investigadora sobre su territorio y además rompió las relaciones diplomáticas.
Pero los ingleses, tan preocupados por Dantzig y por todo lo concerniente a Polonia en general en 1939, se tomaron el asesinato de quince mil oficiales polacos con notable flema. El judío Kerensky, al que sería muy difícil de calificar de nazi, dijo que el General Sikorski, Jefe del Gobierno Polaco en Londres supo la verdad de lo ocurrido a la élite de la oficialidad polaca en manos de los soviéticos, por lo menos dos años antes de que lo descubrieran los alemanes, pero debió guardar silencio por presión británica. (2) (N.d.E.: durante el proceso de derrumbe de la Unión Soviética -a comienzos de los años '90-, por primera vez desde la guerra, el Gobierno Ruso comunicó que la responsabilidad de la Masacre de Katin correspondía al Ejército Rojo, mostrando el engaño que sustentaron los gobiernos comunistas durante más de cuarenta años. La verdad puede decirse una vez que a nadie le interesa)
También por presión británica los polacos de Londres debieron suspender la publicación de su semanario "Polish News", debido a ciertos comentarios hechos por este periódico por la actitud antipolaca y prosoviética de las comunidades judías del este del país. Y cuando el antisemitismo empezó a provocar centenares de deserciones entre los polacos que luchaban por Inglaterra desde Narvik hasta Alejandría, el Gobierno Británico comunicó oficialmente a Sikorski que sería muy bien visto por este gobierno (el inglés) si se tomaran medidas para suprimir toda manifestación de antisemitismo entre las tropas polacas estacionadas en este país.
El 9 de Septiembre de 1944 Churchill dijo en los Comunes: "Es necesario que se produzcan cambios en la frontera de Rusia con Polonia... Los rusos han sufrido tanto con la ocupación alemana que tienen derecho a exigir fronteras seguras en sus límites occidentales".
De estas insólitas manifestaciones churchillianas se desprende:
a) los polacos no han sufrido con la ocupación alemana.
b) Polonia es una amenaza potencial para la URSS, y ésta está en su derecho de exigir fronteras "seguras".
c) Tales seguridades sólo pueden obtenerse entregando a la débil Unión Soviética una parte del territorio de la poderosa Polonia...
Los bolcheviques organizaron un Gobierno "polaco", con Rokossiwsky, un Mariscal del Ejército Rojo, como Ministro de la Guerra. Inglaterra y Francia dieron su consentimiento, y a los polacos de Londres se les mandó callar. Media Polonia fue regalada a la URSS, y a la otra mitad se le adjudicaron territorios tan indiscutiblemente germánicos como la Baja Silesia, Breslau (ahora Wroclaw) y Stettin. La nueva Polonia bolchevizada se desplazó, así, trescientos kilómetros en dirección Oeste. Un par de guerras más y aparecerá "Polonia" por los Pirineos. (!)
Creemos haber probado que no fue Polonia el motivo por el cual Inglaterra y Francia con la bendición de Roosevelt (3) declararon la guerra a Alemania en 1939. Pero en realidad, el testimonio unánime de la Historia demuestra que jamás un estado ha ido a la guerra por defender los intereses de otro. Y menos que nadie, Inglaterra.

II.- LUCHAMOS POR DEFENDER EL DERECHO DE LOS PEQUEÑOS PAISES A VIVIR SUS PROPIAS VIDAS". (Winston Churchill)
La conducta de los vencedores en el transcurso de la guerra demuestra. y contrariamente a lo pretendido por Churchill, que ninguna nación -pequeña o grande- del mundo tiene derecho a vivir su " propia vida" si tal derecho:
a) daña los intereses vitales de Inglaterra, y lo que Churchill y su "dique" tenían por tales.
b) excita la codicia del Imperialismo Soviético o del Imperialismo del Dólar.
En efecto, ni Noruega ni Dinamarca, cuyos respectivos espacios aéreos fueron violados centenares de veces por los pilotos ingleses, y cuya proyectada invasión no pudo Ilevarse a cabo por haberse enterado los alemanes y haberse anticipado en realizarla, tuvieron el derecho a "vivir sus propias vidas". Tampoco se le reconoció tal derecho al pueblo islandés, víctima de una auténtica agresión por parte de los angloamericanos. Lo mismo puede, en verdad, decirse del Irán, invadido por ingleses y soviéticos.
Los territorios franceses del Africa Occidental, más Madagascar, Siria, el Lí-bano, Argelia y Túnez, fueron invadidos así mismo, por los anglosajones, a pesar de haber sido, el Gobierno de Vichy, reconocido oficialmente por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Tal reconocimiento no impidió a los norteamericanos ocupar los territorios de la Polinesia Francesa, las Antillas y la Guayana, más las islas de Saint Pierre y Miquelon. Fueron, también, los norteamericanos, los que ocuparon Groenlandia, perteneciente a Dinamarca.
En cuanto a los "nobles aliados soviéticos", se apoderaron, antes del ataque alemán, de media Polonia, de los tres países Bálticos, y de extensas regiones de Finlandia y Rumania.
Se hace difícil pensar que los Aliados fueron a la guerra por defender el derecho de todos estos pequeños países a "vivir sus propias vidas". ¿Pensaron ingleses y franceses, en el derecho de Bélgica y Suecia a vivir sus "propias vidas", cuando en 1940 y 1941 planearon invadirlas, lo que no pudieron realizar por la ya mencionada anticipación alemana en Noruega y por haberse repetido el caso en Bélgica?
¿Pensaron en el derecho de los "pequeños países" neutrales a "vivir sus propias vidas" cuando impusieron a Suecia, Portugal, Irlanda, Argentina, Chile, España, etc, unas restricciones económicas y financieras que representaron, por otra parte, una evidente intrusión en los asuntos internos de estos países?
¿Pensaron en el derecho de Suecia a vivir su vida cuando, desde Londres y New York aconsejaron a Estocolmo suspender las ventas de cojinetes de bolas a Alemania?... ¿o en el consiguiente derecho de España cuando planearon la ocupación de las Canarias o el desembarco en Rosas (Gerona), o cuando el Almirantazgo Británico se comportaba como una cofradía de corsarios con sus odiosos "navycerts"?
El mismo Churchill declaró, con graciosa desenvoltura, que "los derechos de las pequeñas naciones no deben atarnos las manos". Duff Cooper, manifestó (4) que "... no debemos preocupamos en preguntar a las pequeñas naciones qué piensan hacer. O se ponen a nuestro lado, o las obligaremos a hacerlo. Ya deberían haberse tomado medidas en este sentido respecto a Holanda y Bélgica".
Los "pequeños países", Eslovaquia y Croacia, a los que el III Reich había devuelto su independencia fueron, nuevamente, englobados por la fuerza dentro de los amorfos conglomerados estatales Checoslovaquia y Yugoslavia, sin tener en cuenta para nada su deseo de libertad nacional.

III.- "LUCHAMOS POR LA PAZ" (Lord Halifax)
No se sabe si, cuando el noble Lord pronunció esta frase estupenda, ante la Cámara de los Comunes, sus honorables colegas se la tomaron en broma, o bien consideraron que se trataba de un "lapsus Iiguae". Lo que es evidente, en todo caso, es que la frase hizo fortuna, y a su cargo la tomaron diversos estadistas Aliados.
Para un simple mortal, no iniciado en las sutilezas de la dialéctica democrático-marxista, parece evidente que la única manera de oponerse a la guerra, es abstenerse de hacerla. Si realmente lucharon por la paz los Aliados ¿por qué pues, declararon la guerra?
La contradicción inherente a los términos de la original frase de Lord Halifax dispensan de toda argumentación.

IV.- "LUCHAMOS POR EL CUMPLIMIENTO DE LA PALABRA EMPEÑADA, Y CONTRA LA VIOLACION DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES." (Sir Anthony Eden)
Aún suponiendo que Alemania -y Alemania sola- violó el Tratado de Versalles, esta causa de guerra no lo es en absoluto. Da por sentado que Alemania es el único país del mundo cuyos gobernantes violan los tratados internacionales. No tiene en cuenta los cambios de circunstancias políticas que imposibilitan, a veces, actuar de acuerdo con un tratado cuando las condiciones bajo las que se concluyó el acuerdo han cambiado completamente. No debemos, tampoco, olvidar que una cosa es un tratado y otra un asentimiento obtenido bajo el chantaje por hambre.
Además, Inglaterra y Francia no fueron, jamás, elegidas por un hipotético parlamento mundial como "policías del Universo". Ni tampoco se sabe que el Altísimo las haya nombrado "Angeles Exterminadores de los lncumplidores de Pactos". Precisamente, Inglaterra posee un récord impresionante de violaciones de pactos. Además, el hecho de aliarse con la Rusia Soviética, expulsada de la tan democrática Sociedad de Naciones en 1939 por su traidor e improvocado ataque contra Finlandia demuestra que el Gobierno Inglés no declaró la guerra a Alemania en un sobresalto de puritana indignación por el escaso respeto que le merecía a Hitler el "Tratado" de Versalles. La URSS es el mayor violador de pactos que existe; nadie podría negar esto.
En cuanto a lo del "cumplimiento de la palabra empeñada" no parece que ingleses, franceses, y americanos estén en disposición de dar lecciones a nadie. En 1917, y, posteriormente, en 1941, se hicieron ciertas promesas a los árabes, relativas a Palestina. Tales promesas fueron totalmente incumplidas. Chamberlain y Daladier empeñaron su palabra en Munich en el sentido de solventar sus futuras diferencias con Hitler en conferencias internacionales de alto nivel (según moderna expresión); unos meses después incumplían clamorosamente su palabra empeñada, con su espectacular -e inefectiva- garantía a Polonia. A ésta se le prometió que, una vez aplastado el monstruo nazi, serían restablecidas sus fronteras, pero ya en 1943 estaban de acuerdo los "Tres Grandes" en entregar media Polonia a la URSS. En 1942, Churchill prometió a España la devolución de Gibraltar si ésta conservaba su neutralidad -que tan beneficiosa resultaría para los Aliados- ... Treinta años después, los ingleses continúan en Gibraltar ( tras haber concedido la independencia a trescientos millones de adoradores de vacas sagradas).
Los Aliados no fueron a la guerra en un rapto de santa indignación contra Alemania, para defender la palabra empeñada o la santidad de los tratados internacionales. En tal caso, no se hubiera aliado con los soviéticos, ni roto su propio pacto con Polonia, entregándola inerme al Bolchevismo.
Charles Liddell Hart, bien conocido escritor e historiador británico resume, muy acertadamente, esta cuestión, de la siguiente manera:
"He sido, durante mucho tiempo, observador cercano de la Historia contemporánea y, realmente, no puedo hacerme muchas ilusiones acerca de las bases morales de la política exterior británica. Cuando oigo decir que, de pronto, reaccionamos ante la amenaza que el Nazismo representaba para al Civilización y para la intangibilidad de los tratados internacionales, no puedo por menos de sonreír tristemente".

V.- "LUCHAMOS POR LA DEFENSA DE LOS PRINCIPIOS CRISTIANOS (Franklin D. Roosevelt)
Examinemos, muy seriamente, esta insólita declaración hecha por el piadoso Presidente Americano ante la Cámara de Representantes de su país.
Dos de los cuatro "grandes", China y la Rusia Soviética, no son países cristianos. Esta es un país oficialmente ateo, y prácticamente ateo. Aquella es budista, confucianista, representando las misiones cristianas bastante menos del uno por ciento de la población total. El profesor Chan Ministro de Información de Chiang- Kai- Shek, manifestó en (1944) que "los chinos no se fiaban de los cristianos occidentales porque fueron a Oriente con una Biblia en la mano y un fusil en la otra"
Los judíos de mundo entero tomaron parte, activa o pasivamente, en la contienda. Bien sabido es que el porcentaje de individuos de raza judía practicante de religiones cristianas es reducido. La suerte de millones de mahometanos dependía del resultado final de la guerra, y muchos cientos de miles de ellos lucharon en el bando aliado. Lo mismo puede decirse de trescientos millones de indios. A ninguno de estos países y razas les importaban un comino los "principios cristianos".
En cuanto a los pastores espirituales de esa pretendida Cruzada en defensa de los principios cristianos, Franklin Delano Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos de América, era Francmasón, afiliado a la "Holland Lodge", número ocho, New York, desde el 28 de Noviembre de 1911. En 1929 fue iniciado en el grado treinta y dos, y el año siguiente con gran pompa, en el treinta y tres y último. Formaba parte, además de numerosas órdenes paramasónicas: era miembro del "Cyprus Shirine Temple", "Gran Cedro" de la logia "Cedros del Líbano" de Warwich (New York) y presidente honorario de las "Almas Shrine Temple," de Washington. (5)
Winston Churchill, simbólico "Wellington", Primer Ministro de la Gran Bretaña, afiliado a la Logia Madre de la Masonería Inglesa desde los 18 años de edad.
Stalin fue, hasta los 24 años, un delincuente común, condenado por atraco. Ateo, organizó unas persecuciones anticristianas en Rusia y Ucrania, que superaron en refinamiento de crueldad todo lo visto hasta la fecha.
El "Cuarto Grande", Generalísimo Chiang-Kai-Shek, Presidente de la República de China, igualmente afiliado a la Masonería, iniciado en la Logia "Shanghai", de San Francisco de California, antes de la guerra.
¿Defensa de los principios cristianos, este "póker" de "hermanos" y atracadores?... ¿Dónde? ¿En Katyn? ¿En Dresde?... ¿En Hiroshima, Nagasaki, Hamburgo y Berlín? ¿En los campos de esclavos de Siberia? ¿En la exigencia sin precedentes en la historia, de una rendición incondicional?

VI.- "LUCHAMOS POR LA DEMOCRACIA" (Winston Churchill)
Esta "razón de guerra" no fue sólo esgrimida por el Premier británico en su célebre discurso de "cantidad de sangre, sudor y lágrimas" sino que las repitieron, sucesivamente, todos los grandes bonzos demoliberales, desde Roosevelt hasta Spaak y desde Halifax hasta De Gaulle.
No es este el espacio adecuado para perderse en una crítica de la tan cacareada "Democracia", sistema de gobierno consistente en el recuento de cabezas, independientemente del contenido de las mismas. Limitémonos a recordar la deliberadamente olvidada verdad histórica de que el Nacional Socialismo llegó al poder en Alemania por medios absolutamente democráticos, gracias a una victoria electoral indiscutida. Mientras que las democracias inglesa y francesa tuvieron su origen y su legitimación en los regicidios de Carlos II y Luís XVI.
¿Lucharon por la Democracia los Aliados? ¿Es la Rusia Soviética una democracia? ¿Es China -ya sea con el hermano Chiang, ya con el camarada Mao, una democracia?
Las potencias occidentales -que pretendían luchar por la Democracia- no se conmovieron poco ni mucho cuando el Rey Carol de Rumania destituyó al Primer Ministro Octavian Goga, democráticamente elegido por su pueblo. Claro es que Goga era germanófilo y anticomunista. El "mundo democrático" celebró como un éxito el "cuartelazo" de Belgrado, en Marzo por una camarilla impopular y dictatorial, pero apoyada por la influencia de Moscú y el dinero de Londres y New York.
Salazar, dictador de Portugal fue constantemente solicitado por Inglaterra y los Estados Unidos para que les cediera bases en las islas Azores, en el transcurso de la guerra.
Hailé Selassié, dictador de Etiopía, fue el gran amigo de los ingleses contra los italianos.
Mustapha Pachá Kemal Ataturk, dictador de Turquía, recibió, en 1938, un préstamo de dieciséis millones de libras esterlinas sin interés para sustraerlo a la influencia alemana, y un sin fin de maharajás indios y reyezuelos de tribus negras fueron subvencionados por Londres para que se avinieran a suministrar carne de cañón para los multicolores ejércitos "británicos".
Pero ninguno de esos dictadores molestaba a las democracias...
El que molestaba era Hitler, el dictador que, apoyado por la gran mayoría del pueblo alemán, quiso suprimir la influencia de un cuerpo parásito en los asuntos de su Patria, e identificó al tal con la Fuerza que dirige, a la par, la Komitern... y la Kapintern.
Tal "crimen" no lo podían tolerar democráticos presidentes como Roosevelt, Churchill y Daladier, que introdujeron en sus países la costumbre -tan dictatorial- de los decretos-leyes.

VII.- "LUCHAMOS POR LA SUBSTITUCION DE LA FUERZA BRUTA POR LA LEY COMO ARBITRO ENTRE LAS NACIONES" (Lord Halifax)
A pesar de lo cual, los Aliados vencedores crearon, en 1945, la "Organización de las Naciones Unidas" en la cual, si bien todos los vencedores -y los vencidos convenientemente reeducados y con la excepción, claro está, del réprobo alemán- tenían voz y voto, los llamados "Cuatro Grandes" se reservaban el aristocrático derecho de Veto, cuyo peso es superior al de todos los votos juntos.
Los casuistas democráticos han argüido que, al fin y al cabo, es justo que un gran país, de doscientos millones de habitantes, como los mastodónticos URSS y USA, tenga más fuerza legal que Luxemburgo. Argumento impecable... si no fuera por el "pequeño detalle" de que el voto de Luxemburgo, con seiscientos mil habitantes vale, en la ONU, tanto como el de la India, con trescientos millones. Claro es que la India no tiene un ejército enorme, y los otros "Grandes" sí lo tienen.
¿Substitución de la Fuerza bruta por la Ley?"... No. Lo que hizo la Conferencia de San Francisco y lo que hace cada día la ONU es darle Fuerza Legal a la Fuerza Bruta. La cual, por otra parte, se manifiesta ahora más que nunca. En efecto, desde que terminó la II Guerra Mundial, "the war to end wars", -la guerra para terminar con las guerras-, como dijera aquél gran humorista, Roosevelt, anotamos los siguientes conflictos bélicos:
China, 1945-49: nacionalistas contra rojos.
Indonesia, 1945-47: Holanda contra rebeldes.
Grecia, 1946-49: Gobierno contra comunistas del ELAS
Cachemira, 1947-50: India contra Pakistán.
Israel, 1948-49: Israel contra árabes e ingleses.
Filipinas, 1948-52: Gobierno contra Huks comunistas.
Malaya, 1945-54: Inglaterra contra rebeldes rojos.
Indochina, 1945-54. Francia contra el Viet-Minh.
Corea, 1950-53 Corea del Sur y USA contra Corea del Norte y China.
Formosa, desde 1950: China Roja contra USA y chinos nacionalistas.
Kenya, 1952-53: Inglaterra contra los Mau-Mau.
Marruecos, 1951-56: Francia contra árabes.
Sinaí, 1956: Israel contra Egipto.
Suez, 1956: Inglaterra y Francia contra Egipto
Sicilia, 1956: Gobierno contra separatistas.
Túnez, 1952-55: Francia contra árabes.
Hungría, 1956: URSS contra Hungría.
Quemoy-Matsu, 1954-58: Chinos comunistas contra chinos nacionalistas y USA.
Líbano, 1958: Gobierno y USA contra rebeldes.
Tibet, 1950-59: Tibetanos contra chinos rojos.
Chipre, 1955-59: Inglaterra contra rebeldes EOKA.
Argelia, 1954-63: Francia contra árabes.
Cuba, 1958-59: Gobierno contra rebeldes y Castro.
Laos, 1959 hasta 1977: Gobierno contra Pathet Lao.
Kuwait, desde 1961: Inglaterra contra Irak.
Goa, 1961: India contra Portugal.
Yemen, desde 1962: Monárquicos contra republicanos ayudados por Egipto.
Congo, 1960-62: Gobierno y Naciones Unidas contra rebeldes y separatistas.
Vietnam del Sur, 1959-76: Vietnam y USA contra Viet-Cong y China Comunista.
Himalaya, 1959-62: India contra China Comunista.
Angola, desde 1960: Portugal contra rebeldes
Nueva Guinea Occidental, 1962: Holanda contra Indonesia.
Colombia, desde 1960: Gobierno contra rebeldes comunistas.
Cuba, 1962: USA contra Cuba.
Venezuela, 1963: Gobierno contra rebeldes comunistas.
Malasia, desde 1963: Inglaterra y Malasia contra Indonesia.
Congo, desde 1964: Gobierno contra rebeldes Simba.
Tailandia, desde 1964: Gobierno contra rebeldes comunistas.
República Dominicana, 1965: Gobierno y USA contra rebeldes.
Perú, 1965: Gobierno contra rebeldes.
Cachemira, 1965: India contra Pakistán.
Pakistán, 1971: India contra Pakistán.
Palestina, 1968 y 1973: Estados árabes contra judíos.
Guinea Portuguesa, 1964-75: Portugal contra rebeldes.
Mozambique, 1966-75 : Portugal contra rebeldes.
Biafra, 1970-75: Gobierno contra rebeldes, apoyados por Zambia, Mozambique y Bostwana.
Guatemala, 1974: contra el Salvador.
Chipre, 1975: Griegos contra turcos.
Bangladesh, 1975: Gobierno contra separatistas.
Líbano, 1975-77: Sirios contra palestinos, musulmanes contra cristianos y judíos contra todos.
Tailandia 1972 hasta hoy: Gobierno contra rebeldes.
Katanga. 19760-77: Angoleños contra congoleños.
Mozambique, 1976: Pro-soviéticos contra pro-americanos.
Etiopía, 1977: Guerra contra Somalia y Eritrea.
En total, pues, 56 guerras o conflictos armados mayores, más un sin fin de revueltas interiores, "pronunciamientos", cuartelazos, etc. Si, realmente, las Democracias fueron a la guerra para terminar con las guerras y "substituir la Fuerza Bruta por la Ley como árbitro entre las naciones", se han lucido (N.d.E.: nótese que el recuento sólo llega hasta 1977, año de publicación del libro. A la fecha -2000-, los llamados "conflcitos" suman cientos).

VIII.- "LUCHAMOS EN DEFENSA DE NUESTRA PROPIA SEGURIDAD" (Sir Anthony Eden)
Este argumento es, tal vez, el más comúnmente aceptado por el "hombre de la calle", al menos en Inglaterra, la iniciadora, con su antigua satélite, Francia, de la Cruzada Democrática.
Churchill le dijo una vez a Von Ribbentrop, entonces embajador en Londres que "si Alemania crece demasiado, será aplastada otra vez" (6).
Es decir, Inglaterra -o, más exactamente, el grupo de hombres influyentes que se había irrogado la representatividad de Inglaterra- no podía soportar la idea de un Estado alemán fuerte. Que Alemania, con setenta millones de habitantes que alimentar en un territorio insuficiente, planee una expansión territorial a costa del Bolchevismo, enemigo jurado de Europa y del Mundo Blanco, esto es agresividad. Una agresividad "que pone en peligro al Imperio Británico"... el cual, con sesenta millones de ingleses sobrealimentados, se sobrecoge de horror al pensar que Hitler desea anexionarse Bielorrusia, territorio más pequeño que cualquiera de los seis o siete grandes "dominions" dependientes de Londres.
Es un hecho innegable que Hitler buscó un arreglo con Inglaterra y hasta, en prenda de sus intenciones pacíficas con respecto a ella, se avino a limitar el tonelaje de su flota de guerra, a un treinta y cinco por ciento del de la Home Fleet. En el terreno práctico aún fue más lejos, pues en 1939 la "Kriegsmarine" representaba menos del diez por ciento de la Marina Inglesa, y un dieciocho por ciento de la Francesa. Y hasta un niño sabe que, sin una poderosa Marina de Superficie, es prácticamente imposible invadir Inglaterra... Y todavía más, para Alemania, invadir los Estados Unidos de América, a pesar de las aprensiones de Roosevelt. En cambio, no hace falta una poderosa Marina para atacar a la URSS.
Si a alguien le interesaba la guerra generalizada para salvarse era a Stalin. Pero no a los intereses auténticos de Inglaterra, Francia o América, que fueron lanzados a una devastadora guerra mundial para evitar la destrucción del Bolchevismo, Capitalismo de Estado instaurado en Rusia.
Se ha pretendido que si Inglaterra y Francia no hubieran atacado a Hitler éste, después de dominar a Polonia y a Rusia, se hubiera vuelto contra las democracias occidentales, en su loco deseo de dominar el mundo... En primer lugar hay que comprender que, después de terminar con el Bolchevismo, Alemania hubiera debido restañar sus heridas, pues Stalin era -y lo demostró cumplidamente- un gran adversario. En segundo lugar, habría que demostrar el "loco deseo" del Führer de dominar el mundo. Pero, sobre todo, hay que darse cuenta de que esos razonamientos son absolutamente superfluos. "Si Inglaterra y Francia hubieran... Hitler habría o no habría hecho..." Todo eso es condicional pasado. La Historia ignora ese modo de conjugación.
Lo que Hitler hubiera hecho si Inglaterra y Francia no le hubieran declarado la guerra, no lo sabe nadie, nadie lo sabrá jamás, ni el mismo Hitler pudo saberlo. La historia no se preguntará si Hitler habría declarado la guerra a Francia e Inglaterra. La Historia dirá que, el 3 de septiembre de 1939, Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania, y que esta guerra terminó con la total derrota de Europa, incluyendo, en primer lugar a Francia e Inglaterra, obligados a ser satélites de Washington para no tener que serlo de Moscú.
El argumento de la "lucha por la propia seguridad" no vale nada. Incluso suponiendo que Londres y París se hubieran sentido amenazadas, hubieran debido prepararse para guerra, pero no -jamás- declararla. Una guerra que se declara sin haber sido atacado no es justificable, delante del pueblo a la que se impone, más que si corresponde a necesidades vitales. Inglaterra y Francia, cuya soberanía se extendía sobre un tercio de las tierras de esta planeta, y que dominaban, efectivamente, las rutas de accesos marítimos -lo que representaba, para Inglaterra solamente, el control de los 8/9 de la superficie del Globo- no podían esgrimir este argumento.
Hitler necesitaba una expansión hacia el Este, con Polonia o contra Polonia. Los Gobiernos inglés y francés hicieron de ello un "casus belli". Pero no fue "defensa de su propia seguridad", que nadie amenazaba entonces, ni, menos aún, de Polonia que, como los hechos demostrarían cumplidamente, no interesaba a nadie... O, si acaso, interesaba a la URSS, pero en calidad de presa.

IX.- "LUCHAMOS EN DEFENSA DE LA SAGRADA Doctrina QUE NOS ENSEÑA QUE TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES DELANTE DE DIOS (Franklin D. Roosevelt)
No vamos a discutir ahora sobre la muy resbaladiza cuestión de la "Igualdad" de los hombres, qué se entiende por tal Igualdad, en qué son iguales, y si hay o no hay... hombres que son más iguales que los otros (sic).
Permítasenos, no obstante, hacer notar que, si todos los hombres son iguales delante de Dios, parece bastante trivial luchar por ello aquí abajo, pues ni los "liberators" ni los "Stukas" tienen poder suficiente como para hacer variar el criterio de Dios sobre este particular.
Cuando Roosevelt pronunció esta celebrada frase (7) en los Estados Unidos de América se discriminaba contra los negros; ciertos empleos les estaban prohibidos, y en casi la mitad de los Estados de la Unión se les prohibía el matrimonio con personas de raza blanca. Algo parecido sucedía en diversos territorios del Imperio Británico. En Africa del Sud-Oeste, las relaciones sexuales entre personas de diferente raza estaban castigadas con cinco años de presidio (8). En la Unión Sudafricana, en ciertos casos, con la expulsión del país. En el "Dominion" de la India también existía una complicadisima organización de castas. También en la China democrática ocurría algo parecido.
Pero, más que las disposiciones legales, estableciendo discriminaciones entre las personas en razón de su raza, una auténtica discriminación existía -y existe, aún, hoy, pese a toda la propaganda del "Racismo" antirracista- perfectamente enrraizada en el sentimiento de los pueblos anglosajones, en toda Francia -con la excepción de los habitantes de los barrios muy modestos de París, Lyon y Marsella- y, en general, en toda Europa... y no solamente en Alemania e Italia.
Los judíos son los primeros en no creer en la pretendida "Igualdad" humana (9). La idea de ser el Pueblo Elegido de Dios para gobernar el mundo, defendida por los talmudistas, es totalmente contraria a la malsana teoría igualitaria.
La misma propaganda de guerra -que continúa, con muy ligeras atenuaciones, en plena vigencia desde que estalló la "Paz"- según la cual los alemanes eran unos criminales, unos locos sangrientos tomados colectivamente, y los judíos unas víctimas inocentes de todas las acusaciones contra ellos formuladas, es una prueba suplementaria de que ni siquiera en el bando aliado se creía en tal "razón" de guerra.

X.- "LUCHAMOS EN DEFENSA DEL DERECHO DE LOS PUEBLOS A DISPONER DE SI MISMOS" (Franklin D. Roosevelt)
Si los Aliados lucharon en defensa del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, se hace muy difícil comprender por qué declararon la guerra a Alemania cuando Hitler había propuesto la celebración de un plebiscito, internacionalmente controlado, en Dantzig, en el que se consultaría a los habitantes de la ciudad si deseaban continuar "libres" bajo administración polaca, o bien preferían volver a la soberanía alemana.
También cuesta mucho trabajo explicarse porque se expulsó a los árabes de Palestina, que habitaban aquel país desde más de dieciocho siglos, para regalárselo a los judíos. No se comprende, tampoco, como no se consultó a once pueblos del este de Europa sobre si deseaban o no convertirse en satélites de la Unión Soviética.
El pretendido "derecho de los pueblos a disponer de sí mismos" no se aplicó -y continúa aplicándose-, más que en contra de los intereses de Europa.

XI.- "LUCHAMOS CONTRA EL IMPERIALISMO Y LA OPRESION DE LOS PUEBLOS" (Joseph Djugaschvili (a) Stalin)
El imperialismo ha sido definido como "política de un Estado, tendente a colocar a ciertas poblaciones o a ciertos estados bajo su dependencia, política o económica."
Unión Soviética
La Unión Soviética desde su nacimiento, en 1917, hasta el momento de su participación en la Cruzada Democrática se anexionó: Armenia, Georgia, Azerbaidjan, Kazakhstán, Kirghizia, Tadjikistán, Tanu-Tuva, Mongolia Exte-rior, Carelia Oriental y Ucrania. Inmediatamente antes del ataque alemán se apoderó de Carelia Occidental, Pétsamo, Viborg, Lituania, Letonia, Estonia, Besarabia, Bukovina y media Polonia. Después de la guerra se anexionó igual-mente la Prusia Oriental, más territorio polaco, la Rutenia Transcarpática y Sakhalin del Sur. Y esto sin contar el Este de Alemania, Bohemia y Moravia. Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, la nueva "Polonia", Albania y Yugoslavia, nuevos satélites de Moscú (10).
Inglaterra
Veamos ahora Inglaterra. En 1939, para cada inglés trabajaban 14 personas. Londres disponía de 39 millones de kilómetros cuadrados de un total de 140 millones para toda la tierra. La relación de extensión territorial entre la Gran Bretaña y el Imperio Británico era de 1:150. La influencia de Inglaterra en numerosos Estados más o menos independientes, indirecta pero no por ello menos eficaz, le daba posibilidad de mandar en más de medio mundo. Para fijar las bases de este poderío fueron necesarias 250 guerras en, aproximadamente, tres siglos.
Estados Unidos
Quien estudie el empleo de la violencia por la política exterior de los Estados Unidos, obtiene como resultado más de 150 acciones militares, destinadas a imponer con las armas, tanto en su propio Continente como fuera de él, su apetencia de poder. Después de su separación violenta de la corona de Inglaterra, los Estados Unidos iniciaron su extensión hacia el Oeste, arrebatando paulatinamente todo su territorio a todos sus aborígenes piel-rojas y terminando por encerrarlos en reservas. Más de medio centenar de "tratados" fueron concluidos entre el gobierno de Washington y las diversas tribus indias, estableciendo nuevas fronteras "definitivas". Una vez has otra dichas, fronteras fueron franqueadas por soldados de la unión, tales violaciones dieron origen a la guerra del hacha negra, las guerras con los seminolas, los apaches y los sioux, y terminaron con la exterminación política y física de los americanos aborígenes.
En 1830, el Gobierno americano provocó y financió la separación de Texas y Mexico. Diez años después los téjanos eran engullidos por sus protectores del Norte. Un territorio mayor que cualquiera de las grandes naciones occidentales europeas había sido obtenido con esa unión. En 1842, aprovechándose de las dificultades que Inglaterra tenía en el Continente Europeo, Washington propuso un ,"tratado" que Londres, en las circunstancias del momento, no tuvo más remedio que aceptar, por él cual, Oregón pasaba a formar parte de la Unión.
Entretanto, el instinto imperialista norteamericano había dirigido su ávida mirada hacia México. Dos tercios del territorio nacional de este país fueron obtenidos después de la derrota mexicana, en el "Tratado dictado" de Guadalupe Hidalgo. California, Arizona y Nuevo México pasaron a formar parte de los Estados Unidos.
El territorio de Alaska fue comprado al Zar por una suma ridícula. Rusia se vio obligada materialmente a vender, por constarle que, si no aceptaba las condiciones de Washington, Alaska sería ocupada con un pretexto fútil como el que sirvió para declarar la guerra a México. El territorio de Louisiana fue igualmente comprado a Francia.
En la segunda mitad del siglo XIX el imperialismo americano fue particularmente activo: fomento del separatismo panameño, (11) y posterior "protección" sobre la nueva República, con el control directo de la zona extraterritorial donde fue construido el Canal Transoceánico. Desembarcos de intimidación en Alejandría (Egipto) en 1882; en Colombia (1885); en Seúl (Corea) en 1888; en Buenos Aires (Argentina), 1890; en Valparaíso (Chile) 1891; en Río de Janeiro (Brasil) en 1894. Incorporación de las Islas Hawaii. "Apertura" forzosa del Japón al comercio Norteamericano por la Escuadra del Comodoro Perry. Guerra de despojo contra España 1898-99 (12) y anexión "de facto" de Cuba y Filipinas, y "de jure" de Puerto Rico. Ocupación de Tutuila y Samoa, en el Pacífico, más las islas de Guam, Wake y Midway.
El nuevo siglo comienza con idéntico signo: desembarco en Santo Domingo e instalación de un gobierno "fantoche" en 1903. Intervenciones militares en la República de Panamá (1908 y 1912) y Nicaragua (1910). Expedición militar contra México y conquista y saqueo de Veracruz (1914). Ocupación militar de Haití (1915-1934). Otra expedición punitiva contra México, en 1916. Ocupación militar durante nueve años, de Santo Domingo (1916-1925) y durante cinco años (1917-1922) de Cuba. Intervención naval en Costa Rica(1919). Desembarcos y bombardeos aéreos en Honduras(1925) y Nicaragua (1926). Ocupación de Cantón y Enderbury, en el Pacifico (1938) etc. Todas estas anexiones imperialistas fueron realizadas mediante el empleo de la fuerza, y, adicionalmente, con el quebranto de numerosos tratados y pactos internacionales (13).
Francia
En cuanto a Francia, la segunda potencia colonial en 1939, adquirió su enorme imperio mediante guerras -casi imposible sería haberlo adquirido pacíficamente- ora contra los indígenas, ora contra otras potencias que la habían precedido(14) (N.d.E.: de hecho, las respercusiones del Imperialismo Francés van a llegar hasta la propia Guerra de Viet-Nam, entre otras).
Se hace muy difícil admitir que los Aliados fueran a la guerra contra Alemania, para oponerse al "Imperialismo y a la opresión de los pueblos".

XIl.- LUCHAMOS POR LA LIBERTAD DE COMERCIO... Y POR LA LIBRE NAVEGACION EN TODOS LOS MARES" (Sir Anthony Eden)
Por lo que se refiere a la libertad de comercio, remitimos al lector a lo dicho en el apartado II. La libertad de comercio de los países neutrales fue constantemente atropellada por los aliados en el transcurso de la guerra. Después de la guerra, cuando Washington -o, más exactamente, New York- han considerado que ciertos países occidentales no debían comerciar con la URSS, se les ha dado una virtuosa lección de anticomunismo -sic- a la yanqui, y se les ha aconsejado de abstenerse de vender sus productos a los "apestados" del otro lado del telón de acero.., a pesar de lo cual, los Estados Unidos son los primeros clientes de la URSS.
Cuando la Argentina de Perón empezó a comerciar libremente sin pasar por el control financiero de Wall Street, empezó una verdadera guerra política y económica, contra Buenos Aires, culminada con la descarada participación del embajador norteamericano, Spruille Braden en el putsch anti-peronista de 1955 (15).
Cuando, en 1954, el Brasil intentó vender directamente su propio petróleo, fue organizado un formidable boicot. Nadie compraba el café brasileño. Para vender su café, principal fuente de divisas para el país, el gobierno brasileño se vio obligado a derogar una serie de leyes que aseguraban que el petróleo nacional pertenecería siempre a sociedades brasileñas. Desde entonces, la "Standar Oil" del trust Rockefeller controla el petróleo "brasileño".
Cada vez que en Guatemala ha aparecido un gobierno que ha intentado sustraer la riqueza del país al control del trust "United Fruit", del judío Samuel Zemurray, ha estallado, con rara oportunidad. una revolución que ha dado al traste con las veleidades de independencia del gobierno en cuestión.
¿Es, todo esto, libertad de comercio? ¿Existe, acaso, libertad de comercio en la aliada Rusia Soviética?
¿Atacó, Alemania, la libertad de comercio de alguien? ¿Atacó, acaso la libertad de navegación por todos los mares?... ¿No fue, precisamente, Inglaterra, quien, antes de la guerra, impidió el paso de buques italianos que se dirigían a Eritrea y Somalia a través del Canal de Suez?... ¿No fue, todavía, Inglaterra quien inventó, durante la guerra, el odioso sistema de los "navycerts?

XIII.- "LUCHAMOS POR LA LIBERTAD" (Winston Churchill)
¿De qué libertad?...
No ciertamente de la libertad de palabra, pues en Inglaterra, madre del "Parlamentarismo", y por orden personal del propio Churchill, más de tres mil personas fueron encarceladas, sin acusación alguna, sin proceso, sin posibilidad de apelación, sin hacer caso alguno del "Habeas Corpus". Dichas personas -diputados, almirantes, héroes de la primera guerra mundial, catedráticos, políticos y escritores- habían hecho uso de la sacrosanta "libertad de palabra" para criticar la política inglesa en la anteguerra y la propia declaración de guerra. Fueron privadas de libertad a consecuencia de un decreto-ley, llamado regulación 18-b, que no estaba en vigencia cuando las críticas reprochadas fueron formuladas.
Algo similar ocurrió en América, donde varios millares de súbditos americanos de origen alemán fueron encarcelados por meras sospechas de deslealtad. En la democrática América de Roosevelt las detenciones preventivas tuvieron un carácter marcadamente racistas. Una veintena de millares de ciudadanos americanos de origen japonés fueron hacinados en campos de concentración, sin que la Conciencia Universal alborotara como lo hizo en otros casos similares.
Las "democracias" pudieron, con toda razón, acusar a Alemania de no permitir la propaganda democrática y la propaganda marxista en su territorio. Paralelamente, Alemania pudo, con la misma razón, acusar a todos los países democráticos de ejercer una censura feroz sobre toda clase de libros y publicaciones favorables al nacionalsocialismo o, simplemente, al pueblo alemán.
La auténtica razón fue la salvación, por las democracias occidentales, del bolchevismo, entronizado en la vieja Rusia. Para obtener tal fin fueron manejados un sin fin de excusas y, sobre todo, de causas secundarias: el revanchismo francés; la envidia inglesa ante un fuerte competidor que se apoderaba de antiguos mercados británicos; el imperialismo yanqui que veía en la autodestrucción de Europa la posibilidad de colonizarla política y económicamente y, como mecha para el polvorín, la xenofobia y tradicional miopía política polaca.
Las prisas de Hitler precipitaron, también ciertamente, la conflagración mundial, pero no cabe duda alguna que, de no haber estallado a propósito de Dantzig, otro pretexto se habría hallado y, en cualquier caso, ya en 1939, las fuerzas que querían la guerra estaban resueltas a tenerla, y no hubieran tolerado un nuevo Munich.
Clausewitz decía que "la guerra es la continuación de la política por otros medios y sólo estalla cuando ya no existe una posible solución de compromiso entre los beligerantes eventuales".
No obstante, ciertos autores han pretendido que, en 1939, existieron posibilidades de evitar la guerra hasta el último momento. Estos autores creen que el conflicto político que precedió a la guerra enfrentaba a Alemania con las democracias occidentales.
Pero la realidad es que enfrentaba a Hitler y el nazismo con el judaísmo por una parte y con el Presidente Roosevelt, que temía la competencia comercial alemana, por otra. No había compromiso posible: el Presidente Roosevelt y el Sionismo Internacional precipitaron a Europa en la guerra; el primero para salvar la economía americana hundiendo a Hitler, el segundo porque los éxitos del nazismo significaban el fin de la noción artificial del "pueblo judío".
Beck, Churchill y Daladier no fueron más que marionetas manejadas por Roosevelt y sus consejeros, el noventa por ciento de los cuales eran judíos (16).

LA SINCERIDAD DE CHURCHILL
Entresacado de las Memorias de Churchill (17):
1.- "El Presidente Roosevelt me dijo un día que iba a solicitar se le sugiriera el nombre que convenía dar a la II Guerra Mundial. Le contesté: La guerra inútil. Pues nunca otra guerra fue más fácilmente evitable que la presente".
2.- "La cláusulas económicas del Tratado de Versalles eran vejatorias y habían sido concebidas de manera tan estúpida que pronto se convirtieron en inoperantes. Ni un sólo personaje influyente pudo preservarse suficientemente de la imbecilidad general para decir estas verdades esenciales con la crudeza necesaria. Los aliados continuaron, empujando a Alemania hasta que sus huesos crujieran, lo cual tuvo un efecto desastroso sobre la prosperidad del mundo y la actitud de los pueblos germánicos". Es cierto "ni un sólo personaje influyente pudo preservarse de la imbecilidad general..." ¡ni siquiera Churchill!

LA LEYENDA DE LOS SEIS MILLONES DE JUDIOS EXTERMINADOS
En el transcurso de la guerra mundial, el judaísmo que, oficialmente, se declaró parte beligerante, sufrió un determinado número de bajas.
El cargo más grave hecho por los vencedores a los vencidos fue, precisamente, haber exterminado, deliberadamente, por medio de cámaras de gas, hornos crematorios, fusilamientos en masa, etc., nada menos que seis millones de judíos inocentes.
Las primeras cifras oficiales señalaban un número de once millones de judíos exterminados por los nazis. Más tarde, empero, los violines de la orquesta democrática fueron convenientemente acordados, dejándolo en la cifra de seis millones que ha permanecido oficial hasta bien recientemente, que se empieza hablar de cinco millones doscientos mil (N.d.E.: actualmente, los historiadores antinazis "serios", están comenzando a hablar de 4 millones... ¡y seguirá bajando!).
La cifra de seis millones es sencillamente imposible. Antes de la guerra, la población judía de Europa era, aproximadamente de seis millones de personas y si hubiesen sido asesinados seis millones de judíos, no quedaría ninguno, lo cual no es, ni mucho menos, exacto.
Hoy, solamente un Poliakoff, un Schwart-Bart, un Hoffer, un León Uris y otros sionistas por el estilo pretenden, todavía, agarrarse a ese fantasma. No porque los sionistas, unos cuantos publicistas a su sueldo digan que seis millones de los suyos perecieron en la guerra es preciso aceptarlo como un axioma. Un delito no se considera por una simple declaración del acusador.
Según el "World Almanac" (Anuario Mundial) de 1947, en el año 1938 había en el mundo 15.688.259 judíos. Esta cifra fue facilitada al mencionado Anuario Mundial por el llamado Comité judeoamericano y fue confirmada por la Oficina Estadística de Sinagogas Americanas.
En 1948, según el testimonio del demógrafo Hanson W. Baldwin, confirmado por el judío Arthur Hays (a) Sulzberger, director del "The New York Times" y famoso sionista, existían en el mundo entre 15.600.000 y 18.700000 judíos (18).
Tomando como cierta la cifra más alta, resultaría en los diez años que mediaron entre 1938 y 1948 -período que comprende los años de guerra de 1939 a 1945, durante los cuales se pretende que Hitler hizo exterminar a seis millones de judíos- la población mundial judía habría aumentado en más de tres millones.
Efectivamente, si, a efectos de comprobación, supusiéramos que Hitler hizo exterminar a seis millones de judíos, nos encontraríamos con que el aumento de su población fue realmente, de... ¡nueve millones! y esto en tiempo de guerra... Es decir, un aumento de tres millones, más otros seis millones de nacimientos, para suplir los seis millones de judíos pretendidamente gaseados o quemados bajo el régimen nazi.
Teniendo en cuenta que, según las propias fuentes judías, actualmente existen en el mundo 18.000.000 de judíos, el aumento de nueve millones en los años de guerra -sin contar, siquiera, los descensos ocurridos por causas naturales- representaría un incremento demográfico, total del cien por cien, lo cual es absolutamente imposible aunque todos los judíos y judías, desde los doce hasta los sesenta años de edad, en el transcurso de esos diez años se hubieran dedicado a la procreación durante veinticuatro horas diarias.
Para establecer la cifra aproximada de judíos que, por todos conceptos, perecieron durante la guerra en Europa, hay que tener muy presentes los seis puntos siguientes:
1.- El número de judíos que emigraron de Europa antes de la ruptura de hostilidades entre Alemania de un lado, e Inglaterra, Francia y Polonia del otro, ha sido deliberadamente subestimado. Pero el diario judío "Aufbau", editado en New York (19) revela que no menos de 1.500.000 judíos emigraron de Europa (excluyendo la URSS) antes del 1 de Septiembre de 1939.
2.- La cifra de judíos que lograron huir de Europa durante la guerra ha sido, también, pasado por alto. El escritor israelita Kimche (20) estima esa cifra no inferior a 150.000.
3.- El número de hebreos que habitaban en territorios controlados por la Unión Soviética, o emigraron a los mismos, y que fueron, en su mayor parte evacuados al Este de los Urales, ha sido notablemente subestimado. Gerald Reitlinger, otro escritor judío (21) reveló qué 300.000 judíos pudieron llegar a territorio soviético entre 1939 y Junio de 1941. Y esto sin tener en cuenta los 1.700.000 judíos polacos, que vivían en la porción del país ocupada por los rusos en 1939. El periodista hebreo David Bergelson manifes-tó (22) que "... gracias a Dios, los judíos antes de la llegada de los alemanes el ochenta por ciento de ellos residentes en Ucrania, los países bálticos y Bielorrusia, pudieron ser salvados... en ese momento vivían en Rusia, aproximadamente, 5.200.000 judíos."
4.- Tampoco han tenido en cuenta, los propagandistas que sostienen -aun- la tesis de los "seis millones", la cifra relativamente importante de judíos exterminados en pogromos por los polacos, ucranianos, lituanos, estonianos, letones, rumanos y yugoslavos. (1)
5.- Los judíos que murieron a consecuencia de las hostilidades, incluyendo los que formaban parte de las Fuerzas Armadas regulares de los numerosos países Aliados, así como el número desproporcionadamente elevado de judíos formando parte de los grupos de partisanos en toda Europa. Todos estos individuos han sido computados, absurdamente, dentro de la cifra de los seis millones.
6.- En fin, el número de judíos en diversas partes de Europa que habían estado bajo control de Alemania ha sido estimado muy por debajo de la realidad, cuando no negligido totalmente. Se olvidó, muy oportunamente, que más de las cuatro quintas partes de judíos que se instalaron en Palestina entre 1945 y 1948 procedía del Continente Europeo, excluyendo Rusia.
El periódico "Basler Nachrichten" de la neutral Suiza publicó (23) un articulo que denegaba formalmente la fábula de los "seis millones". Tomó, como punto de partida, la cifra de 5.800.000 israelitas viviendo en Europa (excluyendo la URSS) en 1933 (24)
A continuación practicó las siguientes sustracciones: 1.500.000 judíos emigrados de Europa especialmente a América, después de 1933 (25); 413.128 judíos en países neutrales de Europa (26); 800.000 judíos (el ochenta por ciento) que vivían más allá de la "Línea Ribbentrop-Molotoff", y que escaparon, según el ya citado David Bergelson, con el Ejército Rojo, después de la invasión alemana, de Junio de 1941. Por otra parte, 1.559.660 judíos vivían aún en Europa, excluyendo la URSS, al final de la guerra. (27) Esto dejaba un total de -aproximadamente- un millón y medio de judíos desaparecidos, según el citado "Bassler Nachrichten", periódico que ni remotamente puede ser tildado de "nazi" ni siquiera de germanófilo.
Aún cabria deducir de este millón y medio las víctimas de guerra, los partisanos muertos en acción y, sobre todo, las víctimas de los bombardeos aéreos, tanto alemanes como Aliados. Teniendo en cuenta estos conceptos, el periódico suizo Die Tat de Zurich (28), llega a la conclusión de que "el total de víctimas judías, en los campos de concentración alemanes durante la guerra, es de, aproximadamente, 300.000".(29)
Si comparamos los datos facilitados por la "American Jewish Conference" y el Anuario Mundial de 1942 con la Enciclopedia Judía, sobre la población mundial israelita en 1939 y 1945, se encuentra la diferencia máxima posible de 1.277.212. Aún haría falta demostrar que todas esas personas habían sido gaseadas o quemadas, y no estaban en la Rusia Soviética, país que suele facilitar datos deliberadamente inexactos sobre su población.
Hay que tener en cuenta también, que, en período de guerra, el aumento demográfico tiende, naturalmente, a decrecer... En cualquiera de los casos, incluso la cifra de un millón de judíos muertos -por todos los conceptos- parece manifiestamente superior a la realidad. Incluso si se hubiera propuesto asesinarlos a todos, Hitler no hubiera podido exterminar a más de un millón. En 1933, cuando Hitler subió al poder, había en Alemania 600.000 judíos; de ellos, al menos 425.000 habían conseguido huir del país cuando Inglaterra y Francia declararon la guerra al Reich.
En el Este de Europa, ya hemos visto como los propios judíos admiten que, como mínimo, 800.000 judíos de entre el millón que allí había en el momento del ataque alemán a la URSS, pudieron salvarse.
Adrien Arcand, conocido publicista canadiense manifestó que el número total de bajas judías en el transcurso de la pasada contienda mundial se ele-va a 600.000, aunque la mitad de ellos no perecieron en campos de concentración, sino en ocasión de la destrucción del "ghetto" de Varsovia, cuando Hitler ordenó a la Luftwaffe arrasar ese sector que se había sublevado, armas en la mano, en tiempo de guerra y en un país vencido: tipo de represión admitida por las leyes militares alemanas, inglesas, francesas, americanas, soviéticaó y utilizado, después de la guerra mundial, en Argelia, Kenya, Indochina, Ucrania, Vietnam, Budapest, Berlín-Este por los vencedores del Reich.
Los otros murieron, en su mayor parte, a causa de la subalimentación y el tifus. Oleadas de aviones ingleses y americanos atacaban los almacenes de víveres, puentes, carreteras y enlaces de ferrocarriles de Alemania. Se sabe que Hitler hizo comunicar, oficialmente, a los Aliados, a través de Suiza: «Estáis destruyendo los víveres de vuestros prisioneros, pues no tengo la menor intención de privar a mi pueblo de una parte de su alimentación para darla a los vuestros. Vosotros seréis los responsables" (30) Muchos judíos -que fueron, indiscutiblemente, los presos peor tratados- murieron, así, a causa de la subalimentación.
De las cifras facilitadas por el escritor judío Jacob Letchinsky se deduce, Igualmente, que, como máximo, de trescientos cincuenta a cuatrocientos mil israelitas perecieron en la contienda, por todos los conceptos y, aproximadamente, los dos tercios de esa cifra, en los campos de concentración (31).
Otro judío, el renombrado demógrafo Allen Lesser, confesó (32) que "el numero de judíos fallecidos en la pasada contienda ha sido profusamente exagerado", pero no llegó a citar una cifra aproximada.
Aldo Dami, autor que dista mucho de ser un "pro-nazi", con sangre judía en sus venas y casado con una judía, ha escrito un documentadisimo libro (33) en el que demuestra que el total "posible" de víctimas judías en la guerra fue de seiscientas mil aunque, afortunadamente, dicho total posible no se alcanzó, pues hubo muchos individuos, dados oficialmente por desaparecidos en las cámaras de gas y crematorios que aparecieron, años después, en el nuevo Estado de Israel.
Para Dami perecieron, aproximadamente, medio millón de judíos, incluyendo los de la sublevación armada del "ghetto" de Varsovia y las víctimas del terrorismo "partisano", del consiguiente "contra-terrorismo" y de los bombardeos aéreos. Todo cálculo serio estima, efectivamente, que la cifra no puede ser superior a seiscientos o setecientos mil, por todos los conceptos, debiéndose considerar que solamente podría hacerse responsables a los nazis de la muerte de, como máximo, cuatrocientos mil, en los campos de concentración. Y aún no debemos olvidar que parte de estas cifras y datos sobre los que han trabajado Dami, Letchinsky, Lesser, etc., han sido facilitados por organismos soviéticos, los cuales tienen tendencia a considerar la Estadística como un arma política, y ni siquiera el más ingenuo espectador se sentirá inclinado a pensar que los soviéticos han arreglado las cifras para excusar a los alemanes e inculpar a los judíos, sino al contrario.
Una bombástica campaña publicitaria a escala mundial ha pretendido demostrar que los nazis eran unos criminales y los judíos unas tímidas e inocentes víctimas, que se encaminaban hacia las cámaras de gas y los crematorios entonando el Cantar de los Cantares. No obstante, bueno será tener presente que, cuando alguien insiste en ser juez de sí mismo es por que está convencido de que un juez imparcial le condenará. Y los judíos han sido -o pretendido ser- los jueces de Alemania y del Nacional Socialismo.
En efecto, fue el "Congreso Mundial Judío" quien tuvo el monopolio de la preparación de las "pruebas" de las atrocidades nazis en el Proceso de Nuremberg: el propio Congreso Mundial Judío, reunido en 1948, lo admitió así. En esa parodia de proceso se exhibieron muchas películas. El valor probatorio de films y fotografías es muy relativo, pero en Nuremberg no se trataba de probar nada... No se trataba de establecer una culpabilidad o una inocencia ante unos íntegros magistrados y un jurado imparcial y libre. La farsa fue montada cara al populacho, y a éste le impresionará ciertamente más una buena película de "miedo" que un razonamiento lógico perfectamente construido.
El film más importante de los muchos que fueron exhibidos fue el que presentaba las "atrocidades alemanas en el campo de concentración de Buchenwald". Durante cuatro años este film fue exhibido por los cinco continentes, como preludio de interminables colectas para aliviar la suerte de los pobres supervivientes y de sus parientes. Hasta que un buen día se demostré que tal film había sido tomado por orden de las autoridades alemanas, pero no en Buchenwald, sino en Dresde. Se trataba, en realidad, de atrocidades Aliadas... Se trataba del incalificable ataque contra la ciudad abierta de Dresde, repleta de refugiados del Este. La película fue discretamente retirada de la circulación, pero otras siguieron -y siguen- martirizando retinas y cerebros de los Goyim, cuyo complejo de culpabilidad con relación al "Pueblo Elegido" debe ser cuidadosamente entretenido, pues constituye la principal fuente de divisas del titulado Estado de Israel.
Philip Auerbach, un hebreo que fue nombrado por los ingleses subsecretario de Estado del Gobierno Autónomo de Baviera, en 1945, fue uno de los principales inventores de pruebas, hasta que en 1952 fue condenado a vatios años de cárcel por haber falsificado documentos, que sirvieron para condenar a la última pena a funcionarios del Reich. Auerbach fue uno de los más destacados artífices de la leyenda de los crematorios en el campo de concentración de Dachau. Dicha leyenda pasó a mejor vida cuando el Cardenal Faulhaber, Arzobispo católico de Munich, informó a los americanos que, durante los "raids" aéreos sobre aquella ciudad, en 1944, se produjeron más de cien mil víctimas; concretamente, en cierta memorable ocasión, perecieron 30.000 personas. El propio Cardenal pidió a las autoridades que los cuerpos de las víctimas fueran incinerados rápidamente en los crematorios del campo de Dachau, para impedir la generalización de las epidemias. Las autoridades le informaron que ello era imposible, pues sólo existía, en el crematorio del campo, un horno. Dicho horno se utilizaba para incinerar a los que fallecían a consecuencia de la dura vida concentracionaria. (Especialmente de subalimentación, pues es de suponer que si la población civil alemana debía someterse a un estricto racionamiento, cada vez más insuficiente, las condiciones de vida en los campos de prisioneros y detenidos no debían ser precisamente halagüeñas).
El comunista húngaro Miklós, en su libro "SS Obersturmführer Mengele" pretende que, en su calidad de detenido-empleado en el campo de Auschwitz, controlaba los hornos crematorios y las cámaras de gas. Dice el marxista Miklós: "25.000 personas, judíos, gitanos, rusos, ucranianos, etc, fueron quemadas desde principios de 1940 hasta finales de 1944." El socialista francés Paul Rassinier, ex-alcalde de Belfort y deportado por los alemanes, respondió en su sensacional libro "Le Mensonge d´Ulysse" ("La Mentira de Ulises") que "25.000 personas diarias durante casi cinco años supondría 45.000.000 de incinerados en Auschwitz sólo; y con cuatro hornos crematorios de quince parrillas cada uno, a tres cadáveres por parrilla, harían falta doce años para acabar de quemarlos a todos". Rassinier pagaría su fidelidad a la Aritmética con un proceso en difamación que contra él entablado por la Asociación de ex-Deportados franceses, donde los marxistas tienen predominio casi absoluto.
El Doctor Kautsky, judío, que pasó seis años de su vida en campos de concentración, escribe: "He estado en la mayoría de grandes campos de prisioneros de Alemania y, concretamente, durante tres años, en Auschwitz. Y puedo testificar que en ningún campo, y en ningún momento, ha existido eh ninguno de ellos una instalación parecida a una cámara de gas" (34)
Bertrand Russell, el escritor británico al que ni remotamente podría acusarse de germanófilo y, menos aún, de nazi reconoce (35) que en el campo de Belsen no hubo, contra lo que pretendió la propaganda, una cámara de gas. En el proceso de Luneburg fueron condenados los funcionarios alemanes encargados de la dirección de este campo. Savitri Devi señala (36) que se aceptó como prueba el testimonio oral de tercera o cuarta mano, de meretrices, lesbianas e invertidos, y hasta de una tal Ada Bimko, judía polaca, que resultó estar medio loca. El Juez americano Reitlinger, que dirigió el proceso de Luneburg reconocería, más tarde, en su obra "The Final Solution" que los veredictos habían sido prácticamente impuestos... ¿Por quién? (37)
Paul Rassinier es rotundo en lo que atañe a los famosos campos de Buchenwald y Dora: ".. ni en Buchenwald ni en Dora existían cámaras de gas... (38) Señala que en 1944 los alemanes mandaron al frente a los guardianes de los campos y entregaron la administración a los propios prisioneros. La burocracia concentracionaria encontró en la historia de las cámaras de gas el único medio para justificar el terrible trato dado por ellos a sus compañeros de cautiverio. Dice Rassinier: "Los burócratas del campo, que tan desvergonzadamente nos robaron los alimentos y los vestidos, causaron la muerte del 80 por ciento de nosotros, según demostraron las estadísticas y ven en las supuestas cámaras de gas el único medio con el cual poder explicar todos estos cadáveres y justificarse a sí mismos".
Por lo demás, todos los historiadores están de acuerdo en que, bajo el régimen de autogobierno, las condiciones de vida empeoraron extraordinariamente (39). Kogon y Uris, escritores israelitas defensores de la tesis de los "seis millones" han admitido esto.
El edificio de mentiras fue derrumbándose poco a poco, piedra por piedra. Hasta que el "lnstitut für Zeitgeschichte" (Instituto de Historia Contemporánea) de Munich, siempre en vanguardia del llamado "resistencialismo" alemán y plagado de hebreos en sus cargos de dirección, se vio obligado a comunicar a la prensa que:
"Las cámaras de gas de Dachau no fueron nunca terminadas ni puestas en acción. Las exterminaciones masivas de judíos empezaron en 1941-1942, en algunos lugares de Polonia, pero, en ningún caso, en territorio alemán".
"En ningún caso en territorio alemán", dice el Instituto de Historia Contemporánea. Pero como es un hecho que, hoy en día, existen cámaras de gas en los antiguos campos convertidos en museos para "edificación" de las masas, cuyo complejo de culpabilidad debe ser continuamente atizado, el Instituto de Munich debiera, en realidad, decir: "Las cámaras de gas no fueron puestas en acción durante la guerra... pero fueron construidas por los Aliados, después de la guerra, a efectos probatorios".
El Instituto de Munich sabe hacer bien las cosas, excepto para Juan Pueblo, que engullirá ingenuamente cualquier cosa que le repita suficientemente la radio, la prensa o la televisión al servicio de los poderes políticos establecidos, resulta evidente que la historia de las cámaras de gas es indefendible. En cuanto a los crematorios, todos los testimonios de primera mano han afirmado que se utilizaban para incinerar los cadáveres de los numerosos fallecidos a causa de las epidemias, la inanición y los bombardeos (40), Entonces, los resistencialistas de Munich sitúan las "cámaras de gas" en Auschwitz, en la actual Polonia bolchevizada, donde las autoridades locales no permiten ninguna encuesta histórica seria, y el historiador se ve obligado a creer en el testimonio de las honorables autoridades comunistas bajo "palabra de honor" (re-sic).
Esos "lugares de la Polonia ocupada" citados por el muy oficioso Instituto de Munich son: Chelmo, Belzec, Maidanek, Sobibor, Treblinka y Auschwitz. Por lo que se refiere a los cinco primeros, la existencia y funcionamiento de las cámaras de gas que no ha sido atestiguada más que por el llamado "Documento Gerstein", que presentó tal número de falsedades y exageraciones que el propio Tribunal de Nuremberg lo rechazó.
En cuanto a Auschwitz, la única prueba de la existencia de las cámaras de gas reposa en un documento triunfalmente exhibido en Nuremberg (41). Se trata de una carta de la administración general de los campos de concentración dirigida a la casa Topf & Soh-ne, de Erfurt, en la que se solicita el suministro, no de cámaras de gas, sino de hornos crematorios y de unos llamados "baños-duchas". Estos "baños-du-chas" son, según los germanófobos profesionales, las célebres cámaras de gas. Cuando se les pregunta en qué se basan para llegar a tan peregrina conclusión, responden que los alemanes no eran tan estúpidos para formular claramente órdenes tan acusadoras para ellos, y que "baño-ducha", significa, en lenguaje de código "cámara de gas". Tampoco se molestan en explicamos a los simples mortales dónde y cómo han descubierto la clave de tan abracadabrante código.
En cambio, pretenden haber encontrado una orden de cierto "alto jefe" na-zi en el sentido de que dejaran de utilizarse, temporalmente, dichas cámaras de gas... de donde hay que concluir que los alemanes eran muy estúpidos o muy listos, alternativamente, según conviniera a los especiosos razonamientos de los judíos y sus ocasionales "compañeros de viaje". Pero es que, además, no han hallado tal orden, sino que simplemente se apoyan en un testimonio de segunda mano, de un tal Kurt Becker, que salvó su vida protegiendo a la judía húngara Baronesa Weiss.
El celo de los propagandistas judíos que han explotado el tema de las exterminaciones de Auschwitz ha superado su bien reconocido sentido aritmético y, al mismo tiempo, ha mostrado en cuán poco estiman el nivel de inteligencia de sus lectores.
Una tal Olga Lengyel, autora de una horripilante narración sobre el universo concentracionario (42) se presenta en el mismo como deportada en Auschwitz, y declara que conoció "hasta los más íntimos detalles sobre las cámaras de gas y los crematorios". La Señora Lengyel afirma:
"Después de 1941 cuatro hornos crematorios entraron en servicio y los resultados de este inmenso plan de exterminación aumentaron notablemente. Trescientos setenta cadáveres cada media hora -todo el tiempo que era necesario para reducir carne humana en cenizas-, daba un total de 720 por hora, o sea 17.820 cadáveres diarios, pues los nazis trabajaban día y noche, con asesina eficiencia. Pero también debemos tener en cuenta las parrillas gigantes al aire libre, que podían destruir 8.000 cadáveres diarios. En números redondos, aproximadamente, 24.000 cadáveres diarios eran incinerados". (págs. 80, 81 y 82)
Pero un total de 24.000 cadáveres diarios significa, nada menos, que 8.760.000 al año. Olvidando enteramente el periodo comprendido entre la apertura del campo, en 1940 y la supuesta instalación de los cuatro nuevos hornos gigantes, "después de 1941", y suponiendo que hasta el final de la guerra, en 1945, el sistema de exterminio por medio de los mencionados hornos solamente funcionó la mitad del tiempo (a pesar de que la señora Lengyel pretende que funcionó sin interrupción alguna) resultaría que no fueron ya "seis millones" los judíos exterminados ógaseados y cremadosó sino, casi, 17.000.000... Es decir, más que la cifra de judíos existentes -según fuentes judías- EN TODO EL MUNDO.
Cada día una vieja mentira se derrumba bajo el peso de la Verdad. La placa conmemorativa del campo de Dachau, estableciendo que 238.000 judíos fueron gaseados allí es discretamente suprimida. El Obispo Neuhaussler publica un interesante panfleto demostrando la inexistencia de instalaciones de exterminio en masa en Dachau. Por otra parte, el número de muertes por subalimentación y a causa de la epidemia de tifus declarada a principios de 1945 no pudo ser superior, en el peor de los casos, a 30.000 personas.
En el proceso de los guardianes de Auschwitz, celebrado en 1964 y 1965 en Alemania Occidental, se ha puesto de manifiesto, por enésima vez, el poco respeto que le merece el público a los organizadores de esas mascaradas "jurídicas" y el aún menor respeto que les merece la Aritmética.
Según la publicación irlandesa "Nationalist New" (43) uno de los testigos de cargo, un tal Krath, judío, afirmó que había trabajado en el laboratorio dental del campo, donde vio a los funcionarios alemanes del mismo "arrancando los dientes de oro de miles de cadáveres". Añadió Krath: "Casi a diario los hombres de las SS se presentaban con un camión cargado de dientes". He aquí como razona esta fantástica deposición la mencionada revista irlandesa:
"Con objeto de que el número de gaseados sea subestimado y no exagerado, vamos a tomar como hechos ciertos: a) en cada boca judía hay 32 dientes y cada uno de ellos es de oro. b) los hombres de las SS, en vez de un camión usaban un "jeep". c) La frase de Krath "casi cada día" será interpretada como "un día sí y otro no". Creemos que estas deliberadas subestimaciones son más que honradas para el sedicente testigo de Frankfurt.
"Suponiendo que cada jeep poseía una plataforma de carga de cinco pies de lado (44) y solamente dos píes de altura tenemos una capacidad de carga de cincuenta pies cúbicos. Suponiendo que cada diente judío tenía, en promedio, una pulgada (45) de longitud y una sección de 1/4 de pulgada, obtenemos una capacidad total, por cada boca, de dos pulgadas cúbicas, es decir, 864 series de 32 dientes por boca, por cada pie cúbico. Por consi-guiente, cada jeep transportaba un mínimo de 1.382.400 dientes, procedentes de las bocas -totalmente doradas (!)- de 43.200 gaseados. Considerando que el jeep solo efectuaba su macabro viaje un día sí y otro no, -y no diariamente como pretendió Krath-. debieron ser gaseados, nada menos, que 15.800.000 judíos... solo en Auschwitz. ¡Y esa cifra sólo incluye los hebreos con dentaduras completas... y completamente postizas! Y ese testigo fue escuchado por el Tribunal... Ante esta exhibición de la Justicia democrática de hoy, no podemos por menos de mostrar nuestros propios dientes con una buena carcajada!"
(Realmente el proceso de los Guardianes de Auschwitz, en Frankfurt, consiguió la increíble proeza de igualar, en maligna estupidez, al proceso de Nuremberg. El abogado defensor fue amenazado con ser llevado a un tribunal de "desnazificación", dos testigos de la defensa, Georg Engelshall y Jacob Fries, fueron detenidos en plena Audiencia, tras su deposición; los acusados no podían hablar, etc.)
Como quiera que, sucesivamente, se iba demostrando que ni en Dachau, ni en Bergen-Belsen, ni en Dora ni en ninguna parte de Alemania existieron cámaras de gas para la exterminación de judíos, fue necesario ir trasladando el lugar de esas pretendidas ejecuciones masivas a la actual zona soviética o a Polonia y, concretamente, a Auschwitz, si bien historiadores judíos como Kautsky y Kastzner y socialdemócratas como Dami niegan formalmente que tampoco allí se halla exterminado "en masse" a judíos o a gentes de otras razas.
Precisamente, una de las más curiosas invenciones de la moderna Leyenda -a la que se pretende hacer pasar por historia- consiste en esa extraña manía que, según los cultivadores del género "heroico-resistencialista-concentracionario", tenían los alemanes de hacer viajar a sus supuestas futuras víctimas; los "heimatlos" eran constantemente llevados de un lado para otro.
Tal invención es muy práctica: cuando se demuestra que en tal sitio los alemanes no pudieron, humanamente, haber gaseado o quemado, a tantos o cuantos cientos de miles de judíos, se pretende, muy tranquilamente, que los nazis internaron allí a aquellos judíos... pero fue sólo temporalmente, pues luego los condujeron a otro sitio, donde fueron exterminados. Y si en ese otro sitio se demuestra que tal asesinato colectivo no pudo, materialmente, llevarse a cabo, se prolonga el viaje cuanto es necesario... Generalmente estos viajes suelen terminar en algún lugar del Este de Europa, controlado por los comunistas los cuales, muy seriamente, afirman bajo palabra de honor que, allí, los nazis exterminaron a tantos y cuantos israelitas, y el asunto se da por concluido.
Hasta ahora, sólo hemos presentado pruebas y testimonios emanados de personas que no han sido, ni son nazis, sino que se trata de judíos, medio-judíos y socialdemócratas honrados. Estas personas no fueron obligadas o contra promesa de obtener la libertad, a escribir sus "biografías"... poco antes de ser ejecutadas por los comunistas.., o por los demócratas occidentales.
Estas personas no han buscado ventajas económicas y sociales al negar la falsedad de la historia de los "seis millones": han buscado, sencillamente, decir la verdad. Ello les ha costado persecuciones sin cuento y un sin fin de molestias en su vida privada y profesional. Las estadísticas que hemos utilizado son, también, procedentes de fuentes judías, exceptuando el Anuario Mundial, en cuya redacción no tomaron parte los nazis.
Apelaremos, ahora, al testimonio del sentido común. Creemos que es, para empezar, totalmente absurdo, que una nación comprometida en una guerra desesperada y sufriendo una trágica crisis de transporte, haga viajar a millones y millones de seres humanos a través de media Europa, con el único fin de exterminarlos en un lugar determinado y no en otro.
No es, en absoluto, lógico, que una nación que debe apelar a sus últimas reservas de energía y de material, deba dedicar no menos de 15.000 trenes, más el personal ferroviario necesario, más los miles de guardianes precisos para custodiar a esa ingente masa de viajantes, sólo por el capricho de no asesinar a un judío en Burdeos o en Rotterdam y sí en Auschwitz. En Normandía, en 1944, lucharon muchachos de diecisiete años, de las Juventudes Hitlerianas ... Ah! Pero seis millones de viajantes judíos, dedicándoles aunque sólo fuera un vigilante para cada cincuenta personas, representaban 120.000 soldados armados, con sus consiguientes servicios auxiliares y de intendencia. En total, no menos de 160.000 hombres. Si los nazis, además de sor unos criminales, no hubieran sido, igualmente, unos estúpidos, hubieran sin duda enviado a esos 160.000 hombres a Normandía, o a Rusia, después de ejecutar sumariamente, doquiera se hallaren, a los judíos caídos en sus manos...
¡Pero no...! Los nazis no se apercibieron del tiempo, material y hombres que ahorraban con tan sencillo procedimiento. Y siendo tan estúpidos fue preciso organizar una coalición mundial, luchando al límite de sus fuerzas, y estando al borde de la derrota, en un combate agotador que duró seis años... ¡Si no llegan a ser estúpidos...!
La estupidez nazi parece haber alcanzado proporciones cósmicas. A pesar de los numerosos trabajadores extranjeros, prisioneros de guerra y voluntarios trabajando para Alemania, el problema de la mano de obra era uno de los más acuciantes para los ministros Sauckel y Ley. Todos los hombres sanos, con edades comprendidas entre 18 y 45 años, estaban en los frentes de combate; Seis millones de judíos internados -según la moderna "Historia"- hubieran podido ser utilizados tanto en la construcción de fortificaciones, como en la industria, en los servicios públicos, la agricultura, etc. Esto se le hubiera ocurrido a cualquier gobernante normal. Pero ya sabemos que los nazis eran unos estúpidos y en vez de hacer tal se dedicaron a hacer viajar de un lado a otro del Continente, a ese enorme masa de mano de obra potencial, para terminar por enviarla a ser gaseada y luego cremada en Auschwitz, precisamente en Auschwitz.
Pero no parecen haber sido los nazis sólo los estúpidos. Reflexionemos. Parece ser que, en el transcurso de la guerra, instituciones de tanto prestigio en su género como el Intelligence Service", el "Center lntelligency Agency", el Espionaje Soviético, etc., llegaron a poseer una completisima información acerca de cuanto sucedía en Alemania. Los ingleses estaban al corriente incluso del atentado que contra el Führer se preparaba y que tuvo lugar en la Cancillería, el 20 de julio de 1944. El Almirante Canaris, Jefe del contraespionaje alemán y agente británico, debió ser igualmente -contra lo que todos creían- un estúpido, Porque ni Canaris, ni los Servicios Secretos británico, americano y soviético, ni nadie supo nada en el transcurso de la contienda, de las pretendidas exterminaciones masivas de judíos, por medio de los crematorios y de las cámaras de gas. De haberlo sabido, no es concebible que hubieran dejado de airearlo convenientemente, disponiendo, como disponían, de todo el aparato propagandístico mundial. Precisamente, el "leif motiv" la propaganda aliadófila consistió en presentar a los alemanes como los "villanos de la película".
Sí; decididamente eran unos estúpidos todos los miembros de todos los Servicios de Espionaje de todos los (numerosos) países Aliados. Porque... ¡en fin...! seis millones de personas no desaparecen así como así sin dejar rastro... y menos aún si esos seis millones de personas se pasan los seis años de la guerra viajando por toda Europa... Miles... millones de personas les han tenido que ver. Su presencia ha debido ser constatada, más aún en una Polonia infestada de guerrilleros antialemanes... Pues no. Nadie les vio. Y si fueron vistos, ello no llegó a conocimiento de 44 servicios de contraespionaje en estado cataléptico. Claro es que la catalepsia de los tales servicios de los países aliados era muy especial, pues hasta tenían contactos en el Gran Cuartel General del Führer... ¡Cuán raro todo esto!... Y ¡cuán rara también la catalepsia de la Cruz Roja Internacional que no se enteró de nada!... Por no hablar del siempre tan bien informado "Congreso Mundial judío" que también guardo silencio (46). ¡Qué raro que ni uno solo de los servicios diplomáticos de los servicios neutrales acreditados en Alemania se enterase de nada!
Tampoco se enteraron los Aliados inmediatamente después de ocupar Alemania unas semanas más tarde. Primero había que preparar la escenificación. Había que asesinar a 18.000 miembros de las SS, amontonar sus restos en una enorme fosa y mostrarlo a los periodistas y fotógrafos de todo el mundo, como se hizo en Buchenwald. Había que construir, apresuradamente, cámaras de castigos, había que hacer pasar cadáveres alemanes por judíos, había que traficar impúdicamente con la muerte (47).
Cuatro son los motivos principales de esa gigantesca estafa de los "seis millones" de judíos exterminados.
a) El complejo de culpabilidad de los anglosajones al entrar en Alemania y comprobar "de visu", los terribles destrozos causados en poblaciones civiles sin interés militar alguno. Había que inventar un crimen aún mayor para tratar de justificar o, al menos, explicar los horrores gratuitos de la R.A.F. y los "Liberators" de Roosevelt.
b) Desacreditar al pueblo alemán el cual debía, forzosamente, saber algo de lo que se pretende ahora sucedió en Polonia, aunque ni los mismos polacos se enteraran entonces. Presentar al pueblo alemán a los ojos atónitos de la horrorizada Humanidad como un hato de fanáticos asesinos. Considerando que Alemania -o lo que de la misma resta aún relativamente "libre"- es todavía la mayor, por no decir la única fuerza que en Europa puede oponerse al comunismo, no cabe la menor duda de que este objetivo, en el que parecen colaborar alegremente muchos ingenuos "liberales" es, objetivamente, comunista.
Llamamos la atención sobre el hecho que, con monótona regularidad, cada vez que se da un paso para normalizar la situación de Alemania, se desencadena, a escala mundial, una gran campaña antialemana a base de los consabidos tópicos de los "seis millones", las cámaras de gas, la hornos crematorios, las celdas de castigo, etc. Los medios para provocar esas campañas son variadísimos: Un obscuro coronel al que se rapta espectacularmente, sacándolo de su anonimato para convertirlo en el "mayor verdugo de la Historia"; el diario de una jovencita muy bien dotada para la literatura rosa, el cual es convenientemente lanzado por la publicidad, convirtiéndolo en un asombroso "chef d´ouvre" (48); el intrépido "soplo" de que tal o cual ministro de Bonn fue miembro del Partido Nacionalsocialista hace veinte años; las anotaciones del niño Rubinovich, otro literato en ciernes, describiendo con galanura y estilo las crueldades de los nazis... anotaciones oportunamente descubiertas en un cubo de basura...
c) Saciar la venganza del Judaísmo, cuyas actividades fueron públicamente denunciadas por el Nacionalismo, que a punto estuvo de aplastarlo. Procurar-se una excusa para silenciar a cualquier movimiento político que intente exponer el peligro del Sionismo y del Bolchevismo.
d) Obtener, con el lucrativo negocio de las reparaciones -negocio que lleva trazas de eternizarse- la fuente de ingresos que colme el déficit permanente del Estado de Israel. Limitar el renacer del pueblo alemán con la sangría constante de nuevas y absurdas reclamaciones (49).
El Nacional Socialismo tomó, evidentemente, medidas encaminadas a terminar, de una vez para siempre, con el grave peligro interno que el Judaísmo Político y los movimientos a él infeudados representaban para Alemania. Los mismos responsables del Judaísmo se han ufanado del gran papel por ellos desempeñado en la materialización de la derrota alemana de 1918, en la confección del Tratado de Versalles, en las revoluciones bolcheviques acaecidas en Alemania desde el fin de la primera guerra mundial y en el boicot generalizado contra el Reich, iniciado incluso antes de la subida de Hitler al poder. Pero hay que tener en cuenta que esos judíos que traicionaron a Alemania eran ciudadanos alemanes y gozaron, hasta 1933, de las plenas ventajas de la ciudadanía. Como a tales, estaban obligados a cumplir con las leyes dictadas por los diferentes gobiernos legales de su país; no podían solidarizarse con los enemigos de "su" patria sin incurrir en las sanciones previstas para los traidores, independientemente de su confesión religiosa o de su extracción racial. Es evidente que todos los judíos alemanes no fueron, no pudieron ser culpables pero no es menos evidente que existe un movimiento político internacionalista, Judaísmo, Sionismo o como quiera llamársele, que la fuerza de representatividad del mismo es enorme, y unánimemente reconocida, y que tal movimiento político declaró la guerra a Alemania en 1917... guerra que todavía sigue en pie.
No podrá negarse que el Judaísmo, por boca de sus líderes Weizzmann, Goldmann y Untermeyer, declaró oficialmente la guerra al Reich en 1939.Y de sobras es sabido que, en tiempo de guerra, la Policía de un país no puede analizar, caso por caso, pesando, midiendo, aquilatando y decidiendo con arreglo a una irreprochable Justicia Distributiva. A los elementos susceptibles de representar un peligro para la seguridad nacional se les interna en cárceles y, cuando éstas no bastan, en campos de concentración (50). Los países democráticos no hicieron otra cosa; los japoneses de California y Arizona; los alemanes del Canadá y de Pennsylvania, sin contar los anglosajones de pura cepa opuestos a la guerra, fueron internados en campos de concentración y tratados de manera bien poco amable. Los alemanes del Volga -cuyo número oscilaba entre ciento cincuenta y doscientos cincuenta mil- fueron deportados en bloque a Siberia y nada más a vuelto a saberse de ellos.
Los judíos de Alemania -al menos una gran mayoría de ellos- representaban una "quinta columna" dentro de un país empeñado en una guerra a muerte. El precedente de la puñalada por la espalda asestada por el Sionismo al Reich en 1917 era demasiado reciente para ser olvidado. Los miembros de esa quinta columna eran súbditos alemanes, y todo Estado Soberano tiene derecho (51) a dictar determinadas leyes contra una categoría o grupo de sus ciudadanos. Los israelitas, originarios de otros países conquistados por la Wehrmacht eran, así mismo, un peligro, como las actividades de la Resistencia -donde los judíos eran legión- demostrarían cumplidamente.
Es un hecho histórico que por orden personal de Hitler se fomentó la emigración de los israelitas alemanes hacia Palestina, que la causa principal de que el número de emigrantes fuera tan reducido fueron las trabas burocráticas opuestas por Londres. En 1938, el Doctor Schacht había ultimado un plan que hubiera permitido la evacuación, previa indemnización, de toda la población judía, plan que obtuvo la aprobación de Hitler. Peno la negativa del Doctor Weizzmann, presidente del Congreso Mundial Judío hizo fracasar el proyecto. No nos basamos en el testimonio de un neonazi, sino en el de un bien conocido escritor judío, comunista, y residente en Czernowicz (Polonia). (52)
Las razones de la negativa de Weizzmann son obvias: los judíos de Alemania y Austria sufrirían en caso de guerra, pero tales sufrimientos eran necesarios para el cumplimiento de las finalidades de la Guerra Santa contra Hitler. No hay guerra sin víctimas. Los sufrimientos y el número de muertos serían convenientemente multiplicados por la propaganda, y a cambio de unos miles de víctimas -no de seis millones- conseguiría clavarse el cuchillo de Shylock en el corazón de Alemania. Pero por esa misma razón debe hacerse responsables de lo sucedido a su pueblo, a los Iíderes del judaísmo Internacional.
Cuando los gobiernos de Gran Bretaña, Francia, y sobre todo, los Estados Unidos, interfiriéndose en asuntos que no eran de su incumbencia, empezaron a criticar las medidas discriminatorias tomadas por Hitler contra los judíos alemanes (53) el Führer ofreció, públicamente, en un discurso pronunciado ante el Reichstag, pagar los gastos de desplazamiento de tales judíos hasta Inglaterra, Francia o cualquier otro lugar de los respectivos Imperios. Pero Londres y París no quisieron saber nada. Los políticos anglofranceses se horrorizaban de que sus colegas alemanes quisieran desembarazarse de gentes de tan excelsas virtudes morales como los judíos "askenazim"... pero cuando se les ofrecía, con portes pagados hasta destino, un cargamento humano de tan excelente calidad, en vez de lanzar estentóreos "hurras", lo rehusaban olímpicamente, a pesar de contar con sus semivacios territorios coloniales a medio explotar.
Más adelante ya en plena guerra, Heydrich y Goering sometieron a Hitler el llamado "Plan Madagascar" , consistente en trasladar a esa isla del Océano Indico a los judíos de Europa; Madagascar quedaría sometida a control internacional, y la manutención de sus habitantes correría a cargo de los países de nuestro Continente en proporción al número de hebreos que habían albergado antes de su deportación a la isla en cuestión.
Pero dificultades de orden técnico, derivadas del desarrollo de la contienda, impidieron llevar a la práctica ese plan.
Al "Plan Madagascar" y al posterior proyecto de creación de una "reserva" en el este de Europa, entre Polonia y Rusia, se referían los documentos alemanes que hablaban de la "solución final" del Problema Judío. La propaganda aliadófila y sionista ha pretendido que la palabras "solución final" significaban exterminio en masa pero no se ha tomado la molestia de precisar en qué se basa para propugnar tan insólita transcripción.
El desarrollo de las operaciones bélicas, los bombardeos aéreos terroristas, el bloqueo por hambre, las acciones de los partisanos, etc., fueron empeorando paulatinamente el trato dado a los internados en los campos de concentración. Se cometieron, ciertamente, numerosos abusos, solapados, al parecer, por Kaltenbrunner, y varios jefes de campo fueron castigados.
El "dossier" de los campos de concentración nazis no puede cerrarse sin mencionar otros hechos mediata o inmediatamente conexos. Por ejemplo, en 1941, fue publicado en los, entonces, neutrales Estados Unidos de América, un libro de Theodore N. Kauffmann, judío, titulado "Germany must perish" (Alemania debe perecer).
En tal libro se afirma que: "los alemanes, por el mero hecho de serlo, y sin tener en cuenta si se trata de nazis, comunistas o filosemitas, no merecían vivir, y que después de la guerra serian movilizados 25.000 médicos, cuya misión seria esterilizar, diariamente, veinte alemanes cada uno, de modo que, al cabo de dos meses y medio, o tres meses a lo sumo, no quedaría un solo alemán capaz de reproducirse, y en unos cincuenta o sesenta años esa raza odiada será tan sólo un mal recuerdo".
Kauffmann afirmaba que los judíos alemanes compartían aquella idea, considerándola humanitaria. El Führer ordenó que el libro, que había sido entusiásticamente acogido por la crítica americana, fuera leído por todas las emisoras de radio de Alemania. (54) Es fácil imaginar el efecto que tal lectura produjo.
El libro de Kauffmann no fue único en su género, Maurice Gomberg, otro judío de Filadelfia, escribió un panfleto titulado "Un nuevo orden moral para la paz y la libertad permanente." En él se abogaba por la deportación de los alemanes, que pasarían en calidad de esclavos, a ser propiedad de los Aliados, y el reparto del país entre sus vecinos. También este libro fue leído sin comentarios adicionales, por las emisoras de radio alemanas. Lo mismo se hizo con el famoso Plan Morgenthau, que causó la indignación que es fácil imaginar.
Estos hechos -aunque circunstanciales con relación al inevitable drama de los campos de concentración- lo sitúan en su justo lugar, lo califican y determinan.
La cifra de los "seis millones", desmentida por la Aritmética, no reposa mas que en un vago testimonio de un tal Doctor Hoettl, que declaró en el proceso de Nuremberg haber oído a Eichmann (?) evaluar el número de judíos asesinados en los campos en cuatro millones, más otros dos millones por "otros procedimientos". Observemos el carácter indirecto de este testimonio... cuyo único apoyo es la palabra de honor del tal Hoettl... Pero, ¿ quién es Hoettl ? Se sabe que durante la guerra fue miembro de las SS... y también un agente que trabajaba para los servicios secretos británicos. El periódico londinense "Week End" empezó el 25 de Enero de 1961, una serie de revelaciones bajo el titulo "Our Man in the SS". (Nuestro hombre en las SS). Ese hombre era Hoettl.
Y así, quince años después de Nuremberg, el único testimonio en favor de la cifra de los seis millones de judíos exterminados por los nazis se extinguió brutalmente, Y aunque el mito de los seis millones continúa siendo oficial, cada vez va apareciendo más claramente su falsedad... Unos años más y ya no quedará de él más que el triste recuerdo de la más colosal estafa de todos los tiempos.
LA PARODIA JURIDICA DE NUREMBERG
En otros tiempos, por ejemplo en la tan criticada Edad Media, cuando un país resultaba derrotado en una guerra, se le hacía, por regla general, pagar una contribución al vencedor y, de paso, entregarle a éste un par de provincias fronterizas. En casos excepcionales, algún jefe militar o político del campo vencido era aherrojado en una mazmorra o, aún más excepcionalmente, ejecutado de un golpe de hacha. Incluso en la Edad Antigua, era lo más frecuente que un vencedor en el campo de batalla se limitara a desarmar a los vencidos, aunque respetando sus vidas.
Hay que remontarse al siglo V antes de Cristo para encontrar a un salvaje, Brenus, que se nombró a sí mismo juez, y condenó y mandó ejecutar a los vencidos. Pero es en la Conferencia de Yalta donde el llamado mundo democrático dará un salto atrás -él, tan progresista- de veinticinco siglos. Pues Brenus será ampliamente superado, si no en violencia, sí, al menos, en hipocresía, en la infame parodia jurídica de Nuremberg, cuyo antecedente está en la reunión de los tres grandes a orillas del Mar Negro.
Aunque en la lista original de "criminales de guerra", redactada por las Naciones Unidas, no habían más que 2.524 criminales alemanes, pronto las unidades especiales de "desnazificación" organizaron una gigantesca cacería humana contra más de un millón de alemanes.
El lugar elegido para procesar a los dirigentes del III Reich fue Nuremberg. ¿Por qué Nuremberg y no Berlín, la capital? Al fin y al cabo, en Berlín la "Democracia" había alcanzado uno de sus más señalados triunfos: los Ejércitos occidentales deteniéndose a unos kilómetros de la capital, renunciando a ocuparla, y permitiendo la espeluznante entrada de los mongoles de Zhukov, con aquellas públicas violaciones de muchachitas de ocho años, de ancianas de setenta, de religiosas, de madres de familia... siguiendo al pie de la letra las consignas innobles del viejo Ehrenbourg.
La elección de Nuremberg como sede de la venganza pseudo-juridica debe estar basada, probablemente, en el hecho de haber sido allí donde fueron dictadas por los altos mandos nazis las "leyes raciales" del III Reich. Y allí mismo, en Nuremberg, quisieron los vencedores -los auténticos vencedores de la Guerra Mundial- saborear su venganza.
En Nuremberg se sentaron como jueces los representantes de las potencias culpables de los crímenes colectivos de Katyn, de Hiroshima, de Dresde, de Berlín y de los "maquis" franceses. Se habló mucho -demasiado- de la Ley, sin precisar cuál. Pero el principio básico de todo código penal civilizado: "Nullum crimen, nullani poenam sine lege" en virtud del cual nadie puede ser acusado ni condenado por la comisión de actos que, cuando fueron cometidos, no estaban sancionados por la Ley, no fue tenido en cuenta.
Las leyes de la guerra, dictadas por las Convenciones Internacionales de Ginebra y la Haya, de las cuales eran signatarias todas las potencias Aliadas, no fueron tenidas en cuenta; en cambio, se inventaron una serie de nuevas "figuras jurídicas" , tales como las "organizaciones criminales"; una de tales organizaciones criminales fue el Partido Nacional Socialista, al que llegaron a estar afiliadas trece millones de personas. Los miembros de tales organizaciones -las SS, las SA, el Frente del Trabajo, etc- eran culpables en principio, y debían demostrar su inocencia. ¡El mundo al revés! Durante treinta siglos, todo reo había sido considerado, en principio, inocente, debiendo demostrarse su culpabilidad con pruebas materiales... pero los "juristas" de Nuremberg descubrieron ese magnifico método, ignorando, tal vez, la dificultad y, a veces, la imposibilidad de exhibir prueba negativa .
Los prisioneros fueron torturados. A Sauckel se le hizo firmar una confesión bajo al amenaza de que su mujer y sus hijos serían entregados a la N.K.W.D. Cuando, ante el Tribunal, Sauckel declaró que su confesión le había sido dictada por la C.I.C. americana, el juez Kempner rehusó escucharle y aceptó la "declaración espontánea" dictada al Ministro Alemán como una prueba de cargo.
Julius Streicher manifestó al Tribunal que le habían arrancado los dientes y, sujetándole la cabeza, habían escupido dentro de su boca. Los "jueces" manifestaron tranquilamente que todo aquello nada tenía que ver con el "juicio".
El Tribunal, aceptaba o rechazaba pruebas sin sujetarse a criterio alguno. Se consideraba "prueba" una deposición escrita de un señor que ni siquiera comparecía en el juicio y, en consecuencia, no podía ser interrogado por la defensa; nada menos que 300.000 de esos "afidávits" fueron, muy seriamente, considerados pruebas materiales por los jueces.
Se exhibieron, a diestra y siniestra, documentos que, más tarde, serenamente examinados, resultaron ser absurdas falsificaciones. Se sometió a los acusados a toda clase de presiones. Ni siquiera se les permitió elegir a sus abogados defensores (55).
Contrariamente a los más elementales principios jurídicos, fiscales, jueces y funcionarios del Tribunal eran, a la vez, "juez y parte"... Dos mil cuatrocientos de los tres mil funcionarios empleados en aquella gigantesca farsa eran judíos (56).
Por mayestática decisión de los "jueces", el hecho de haber actuado de acuerdo con explícitas ordenes superiores no relevaba de responsabilidad a los acusados, ni siquiera se consideraba un atenuante. Finalmente, el Tribunal se reservaba el derecho de aceptar o no las declaraciones de los testigos.
Cuando un acusado, concretamente Schacht, podía demostrar que había conspirado contra el gobierno de su país en tiempo de guerra, era absuelto con todos los pronunciamientos favorables. El resultado final de la indigna farsa de Nuremberg fue la glorificación de la traición y el castigo de los que no habían traicionado a su país.
El Juez Wennersturm, norteamericano, dimitió de su cargo en Nuremberg por considerar que su participación en tal mascarada constituiría una deshonra para él y para la Justicia norteamericana. Francis Parker Yockey, funcionario del Tribunal, dimitió también, por idénticos motivos. Según Parker Yockey, el principal testimonio de cargo contra von Ribbentrop fue aportado por su antiguo adjunto, Friedrich Gauss. Ahora bien, Gauss fue amenazado con ser entregado, él y toda su familia, a los soviéticos sino declaraba lo que el Fiscal le dictaría (57).
Un sin fin de juristas, escritores e historiadores ingleses, americano, franceses, de las más variadas tendencias, desde Freda Utley, esposa de un comunista, hasta Bardeche, pasando por Montgomery Belgion, Gilbert Murray, F. J. P. Veale, Coston, Hoffstetter, Taylor, Hogan y muchísimos más han escrito muy documentadas obras tratando del crimen legal de Nuremberg.
Goering resumió en una frase el pensamiento de acusados y observadores imparciales: "No era menester tanta comedia para matarnos"... El Presidente Truman dijo que el Proceso de Nuremberg significó el más alto exponente de la Justicia Democrática. Por una vez dijo verdad. "Justicia Democrática" Sí. Pero no Justicia... ¿Justicia, aquella asamblea de caníbales con cuello duro y toga?
Si verdaderamente se hubiera querido hacer justicia, el Tribunal hubiera estado constituido por magistrados de países neutrales, con jurisdicción sobre ambos bandos y con facultad de procesar a unos y otros. Dicho tribunal se hubiera basado en la legislación preexistente, esto es, en las Convenciones de Ginebra y La Haya. Porque nadie puede creer, seriamente, que sólo los vencidos cometieron crímenes y los vencedores ninguno.
El 30 de septiembre fueron promulgadas las sentencias, fijándose la fecha del 15 de octubre para las ejecuciones. El Mariscal Hermann Goering y el Doctor Ley se suicidaron.
Sucesivamente y por este orden, fueron ahorcados, como "criminales de guerra": Joachim Von Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores, Wilhelm Keitel, el Jefe del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Atinadas, Alfred Jodl, Jefe del Estado Mayor: Julius Streicher, editor del periódico antisemita "Der Stuermer"; Ernst Kaltenbrunner, Jefe del Departamento de Seguridad; Fritz Sauckel, Ministro del Trabajo; Hans Frank, Gobernador General de Polonia; Arthur Seyss-Inquart, Gobernador General de Austria; Wilhelm Frick, Ministro del Interior y Protector, Comisario de Bohemia y Moravia y Alfred Rossenberg, teórico del Partido y Administrador de los territorios del Este.
Los condenados subieron por su propio pie al patíbulo. Streicher, mirando fijamente al verdugo americano le dijo: "Los bolcheviques te colgarán a ti y a los tuyos algún día". Luego, dirigiéndose a los corresponsales de Prensa, gritó: "FIESTA DEL PURIM 1946"(58).
Las últimas palabras de los acusados fueron "vivas" a Alemania y a Hitler (59)
Albert Speer, Ministro de Armamentos, y Baldur Von Schirach, Jefe de las Juventudes Hitlerianas, fueron condenados a veinte años de prisión. El Almirante Karl Doenitz, a diez años, aunque cumplió once, siendo liberado en 1956. Speer y Von Schirach cumplieron una condena de veinte años y con Rudolf Hess que, habiendo ido a Inglaterra a ofrecer la paz fue condenado a cadena perpetua por "criminal de guerra". Los ingleses han dicho que tal oferta de paz no podía tomarse en consideración, no sólo por razones políticas, sino sobre todo porque Hess está loco. En tal caso no se comprende como se mantiene a Hess en una prisión.
El trato dado a Hess es indigno; sólo se le permite andar 1.500 pasos diarios, que se cuentan con un pasómetro atado a una pierna. Sólo puede recibir una visita, de quince minutos de duración, una vez al mes. Porque, en cierta ocasión, Frau Hess consiguió entregar a su marido, subrepticiamente unas tabletas de chocolate, hubo un diputado laborista que se levantó en la Cámara de los Comunes para interpelar al Gobierno por no haber protestado oficialmente por la negligencia de los vigilantes de la prisión de Spandau. Los procesos de Nuremberg continuaron hasta 1948, sentenciándose a millares de alemanes por el hecho de no haber traicionado a su Patria. Martin Bormann fue juzgado en rebeldía y condenado a muerte (60).
No podrá saberse nunca cual hubiera sido la actitud del Reich en el caso de haber vencido; no sabemos si hubieran podido o querido acusar a los jefes aliados de crímenes de guerra. La historia sólo puede tener en cuenta lo que se ha hecho, y no lo que se supone que otros hubieran hecho. En cualquiera de los casos, los alemanes nunca formularon ninguna declaración en ese sentido, como hicieron los "grandes" en Teherán y Yalta. Pero sí dirá la historia, por ejemplo, que numerosos altos dirigentes políticos franceses, como Edouard Daladier, Jefe del Gobierno que declaró la guerra a Alemania en 1939, Paul Reynaud, que sucedió a Daladier, Léon Blum, el "buda" judío del socialismo francés -enemigos declarados de Alemania-, fueron respetados por ésta.
Después de que los generales Giraud y Juin rompiendo su palabra empeñada, se escaparon del castillo en que estaban internados, la vigilancia sobre los políticos franceses se hizo más estricta, pero siempre se les reconoció una ración equivalente a la de un general alemán, vivían en habitaciones de hotel y podían recibir toda clase de visitas. El Gobierno de Vichy procesó en Riom, a los políticos que consideró culpables de la entrada de Francia en la contienda y de la posterior derrota militar. Pero aquel simulacro de proceso, caracterizado por sus constantes aplazamientos, no pronunció ninguna condena (61).
LA "LIBERACION" DE EUROPA. ¡VAE VICTIS!
El Nuevo Purim no empezó y terminó en Nuremberg. La primera tarea de los liberadores consistió, precisamente, en eliminar todo rastro de nacionalismo en los países liberados. Así, hombres como Charles Maurras y Xavier Vallat, nada sospechosos de simpatías hacia Alemania, pero anticomunistas, fueron acusados de traición y "colaboracionismo" y condenados por los tribunales "gaullistas", donde los comunistas estaban ampliamente representados.
El Mariscal Petain fue condenado a muerte, conmutándosele la pena por la de reclusión perpetua. El defensor de Verdún moriría en la cárcel, mientras el viejo desertor comunista Thorez era nombrado por De Gaulle vicepresidente del Consejo de Ministros.
El ex-Primer Ministro Pierre Laval fue condenado a muerte y ejecutado después de haber intentado suicidarse. Francia batió largamente su propio record revolucionado de 1789. Pierre-Henri Teitgen, Ministro de Justicia de la IV República, declaró (62) que Danton, Robespierre y los demás eran unas criaturas comparadas con nosotros. Ellos no hicieron condenar más que a 17.000 traidores, pero nosotros hemos ejecutado a 105.000...
¡105.000 condenados a muerte!... Más los ejecutados "sumariamente" más los asesinados por "elementos incontrolados"; más los miles de condenados a prisión, destierro, trabajos forzados e "indignación nacional".
La élite nacionalista, derechista, o simplemente anticomunista, aunque no forzosamente germanófila, fue diezmada. A causa de sus ideas -y exclusivamente de sus ideas- fueron fusilados escritores como Paul Chack, Georges Suarez, Henri Béraud, Jean Hérold-Paquis, el poeta Robert Brasillach y muchos más. El 18 de noviembre de 1945, el -Comité National des Ecrivains- publicaba una lista de autores sobre los cuales sus miembros lanzaban la "excomunión" y en compañía de los cuales se comprometían a no publicar ningún escrito, en ningún periódico ni revista.
Entre los escritores "excomulgados" por fascistas figuraban Renoist-Mechin, Georges Blond, Charles Maurras, Pierre Drieu La Rochelle, Pierre Bénoit, Henri Bordeaux, Louis Ferdinand Céline, Alphonse de Chateaubriant, Alfred Fabre-Luce, Jean Giono, Sacha Guitry, Henri de Montherlant, Paul Morand, Abel Bonnard, el Premio Nobel Alexis Carrel, Henri Massis, André Salmon, Maurice Bardeche, etc.
Especialmente virulenta fue la liberación en Bélgica. Se abrieron nada menos que 346.000 expedientes por colaboración con el enemigo; hubo más de 57.000 condenas, la mayor parte a muerte, reclusión perpetua a veinte años de cárcel. Hubo, además, como en todas partes, el cupo "normal" de ejecuciones sumarias. Se batieron todos los récords de vileza; como los patriotas (sic) no pudieron capturar al jefe "rexista" Degrelle, asesinaron a su hermano Edouard, que nunca se había significado en política. Los padres de Degrelle fueron igualmente encarcelados durante largos meses. El rey Leopoldo III, que se había negado obstinadamente a ir a Inglaterra, a "resistir" por radio, fue forzado a abdicar, pese a que las elecciones demostraron que la mayoría del pueblo belga estaba a su lado.
En Holanda y Noruega se produjeron hechos similares. En Italia, la represión alcanzó grados particularmente crueles (63). Incluso la neutral Suiza consideró necesario adherir a la moda del momento: la caza de los nazis y los fascistas. No se limitó la "libre Helvecia" a negar el derecho de asilo a los perseguidos políticos; la Legación alemana fue asaltada y saqueada; los bienes de alemanes residentes, robados; italianos fascistas que se habían acogido a la hospitalidad del país fueron entregados en la frontera a bandas de "maquis" comunistas, a sabiendas de que estos iban a ejecutarlos previa tortura.
En esta carrera hacia la indignidad las tropas británicas de ocupación no se quedaron atrás. Doscientos mil rusos y ucranianos anticomunistas del Ejército de Wlassow, que se encontraban en Austria en el momento de terminar la guerra, fueron entregados, juntamente con sus familiares, -y contra lo que se les había prometido cuando se rindieron- a los soviéticos. Así se produjo aquella hecatombe de millares de suicidios, de hombres matando a sus mujeres y seccionándose, después, sus propias venas.
Los tanques ingleses debieron intervenir para reducir la resistencia de los rusos blancos que fueron, contra todos los principios que los Aliados decían defender, entregados a sus verdugos comunistas. Muchos miles de anticomunistas croatas, eslovenos, serbios, eslovacos, ucranianos y checos fueron, asimismo, entregados a los sicarios de Stalin.
Draza Mihailovitch, el "guerrillero" monárquico yugoslavo que estuvo luchando, durante toda la guerra, contra los alemanes, fue ejecutado por orden del sanguinario Broz (a) Mariscal Tito. Las potencias occidentales no se dignaron emitir siquiera una protocolaria protesta.
Cinco millones de alemanes de Prusia Oriental fueron expulsados de sus hogares. Un impresionante éxodo comenzó entonces hacia el Oeste de Alemania, donde los llamados tribunales de "desnazificación" condenaban diariamente a millares de personas, en farsas pseudo-judiciales en las que a los acusados ni se les permitía hablar.
Peor fue todavía lo sucedido a los alemanes de los Sudetes, cuyo Calvario comenzó el 13 de mayo de (1945), día de la llegada procedente de Londres, del Presidente Benes. El recibimiento que se le hizo en Praga sobrecogió de horror al mundo:
Centenares de alemanes y alemanas, colgados boca abajo, de los árboles de la Avenida San Wenceslao... y cuando el gran humanitario llegó, sus cuerpos, empapados en gasolina, fueron quemados, formando antorchas vivientes. (64).
No menos de 400.000 alemanes fueron asesinados en los primeros meses de la Liberación. Otros 3.000.000 de alemanes debieron abandonar el país en que habían nacido, tras sufrir abominables vejaciones. Masacres horrorosas en Saaz, carnicería en Aussig, donde fueron violadas y, luego, degolladas, dos mil quinientas mujeres de todas edades. Expulsión de poblaciones enteras, látigo en mano; hombres obligados a cavar sus propias tumbas. Soviéticos, judíos y checos rivalizaron en brutalidades y sevicias contra las minorías nacionales en Checoslovaquia, en especial la minoría alemana. Hubo centenares de miles de violaciones; los médicos soviéticos rehusaban la asistencia médica a las mujeres que habían sido ultrajadas; muchas de ellas cometieron suicidio... En un solo día, en Brno, 275 se dieron la muerte (65).
Terrible fue también la represión en Hungría. 600.000 prisioneros de guerra y 230000 civiles pertenecientes a la élite nacional fueron enviados a campos de trabajos forzados en Rusia.
Entre tanto, En Europa Occidental, un judío, Martin Hemler, con la asistencia oficial de las autoridades, anglo-sajonas y francesas de ocupación, dirigía la persecución de un cuarto de millón de magiares que se habían refugiado en Austria y Baviera.
La represión fue también muy dura en Bulgaria y Rumania, donde la arpía Anna Pauker dirigió personalmente la depuración contra los "traidores".
La minoría alemana de Yugoslavia -200.000 personas en 1939- fue internada en bloque en campos de concentración. Nada más a vuelto a saberse de ella.
Huelga decir que todos los estadistas europeos que colaboraron con Alemania o fueron simplemente anticomunistas, fueron ejecutados tras haber sido condenados en indignas farsas pseudo-juridicas. Incluso el Padre Tisso, Jefe del Estado Eslovaco, fue colgado en Bratislava.
Siguiendo su clásico sistema de la "ingeniería social" -eliminación de las élites dirigentes y pensadores de cada país sometido- los soviéticos procedieron a la exterminación de las clases intelectuales, incluyendo a sus antiguos "compañeros de viaje", liberales y social-democrátas rebautizados socialtraidores.
Pero algo similar, aunque más disimulado, ocurrió en la Europa Occidental, liberada por los anglosajones. Se prohibió al gran escritor Erwin Guido Kolbenhayer continuar dedicándose a la Literatura, por el "delito" de haber escrito artículos laudatorios para el Nacional Socialismo. El noruego Knut Hamsum, "culpable" de simpatías hacia Alemania y de haber estrechado la mano a Von Ribbentrop en una recepción oficial, fue acusado de traición. Sentencia: treinta días de cárcel e indignidad nacional.
Cuando, una vez libre, Hamsum, uno de los más prestigiosos escritores del siglo y premio Nobel, se permitió criticar a sus "jueces", fue encerrado, a sus ochenta y tres años de edad, en un asilo de lunáticos. Al director de cine Veit Harlan, culpable de haber dirigido una película tildada de antisemita en 1933, se le prohibió continuar ejerciendo su profesión. Lo mismo le ocurrió a Leni Riefenstahl, que había dirigido un film sobre los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 (66).
Es un hecho bien conocido que las listas negras contra intelectuales y artistas fueron confeccionadas antes que las de políticos y miembros de las SS, Gestapo y SA. En esas listas figuraban hombres de tanta categoría y renombre mundial como Wilhem Furtwangler, el más grande de los directores de orquesta sinfónica, los célebres músicos Richard Strauss, Linke Walter Gieseking, Clemens Krauss, Vasa Prihoda... los escritores Slezak, Carrossa, Gerhardt Hauptmann, Heinrich George, Sven Hedin, Herybert, Friedrich Schreywogl, Giselher Wirsing; poetas como Asta Sudhaus y Nana Schlegel; escultores como Arno Breker y Thorak; actores como Emil Jannings, Cristina Soderbaum, Werner Krauss, Gretl Schorg... Las más absurdas excusas servían para condenar al ostracismo a intelectuales y artistas de fama mundial.
El compositor Ernst Dohnanyi estuvo varios años sin poder trabajar sólo porque la "Asociación de Judíos Veteranos de Guerra" le proclamó fascista. El pianista Heinrich Gulda fue encarcelado porque pudo probarse que había pertenecido a las "Juventudes Hitlerianas".
Se organizó el pillaje sistemático de librerías y bibliotecas, públicas y privadas, así como de hemerotecas y museos. Millones de libros, revistas, periódicos publicados en Alemania entre 1933 y 1945 fueron quemados en inmensas piras por los defensores de la Libertad de Pensamiento. En el nombre de esa libertad fueron condenados a presidio los magiares Alfonsz Luzsenszkya y Dolány-Kovacs, "culpables" de haber traducido el Talmud y de haber publicado unas estadísticas demostrando que más del 60 por ciento de la riqueza de Hungría estaba controlada por israelitas (68).
En el nombre de la Libertad abstracta fueron suprimidas todas las libertades concretas. En el nombre de la Democracia igualmente abstracta, fueron impuestas a Europa, y no solamente a Alemania, las listas negras, la censura, la irradiación, la deportación, la pérdida de los derechos Civiles... En el nombre de la Igualdad se establecieron una infinidad de privilegios y derechos especiales. Aunque en la II Guerra Mundial perecieron más de 50.000.000 de personas, sólo los judíos, independientemente de su nacionalidad oficial, percibieron -y continúan percibiendo-, indemnizaciones personales. Sólo ellos fueron compensados, al ciento por uno, de todos los perjuicios sufridos -real o imaginariamente- en una guerra provocada, en gran parte, por el Sionismo.
Entre 12 y 15 millones de personas del Este de Europa fueron expulsadas de sus hogares, sin indemnizaciones de ninguna clase, y sin que los demócratas de Occidente -¡ellos tan humanitarios!- tomaran medida alguna para aliviar su suerte.
Se obligó a Alemania a reconocer una deuda de "reparaciones" de 3.600.000.000 de marcos, pagaderos al Estado de Israel... que ni siquiera existía cuando las pretendidas exterminaciones masivas de judíos tuvieron lugar. Esto equivalía, por otra parte, a darle la razón, retrospectivamente, a Hitler, cuando afirmaba que -independientemente del lugar de su nacimiento, un judío es, antes que nada, judío-
Si se afirma, por ejemplo, que los nazis exterminaron a 90.000 judíos holandeses (lo que constituye una siniestra broma) y luego se obliga a Alemania a pagar una indemnización por ello, no a Holanda, sino a Israel, es evidente que se reconoce que cuando Hitler decía que el judío es, antes que nada, judío, tenía razón. Aunque no hay motivo para atribuir tal descubrimiento al Führer: antes que él dijeron lo mismo San Luis, Voltaire, Mahoma, los Faraones de Egipto. Napoleón, Franklin, Lutero, Erasmo de Rotterdam, Cicerón y todos los gerifaltes del Sionismo, desde Herzl hasta Goldman.
Esas reparaciones especiales, fundadas sobre la grandiosa leyenda de seis millones de fantasmas, llevan trazas de eternizarse.
Periódicamente, nuevas cargas son echadas sobre los hombros del pueblo alemán. Indemnizaciones al Estado de Israel; indemnizaciones a los judíos residentes en Europa, que parecen haber resucitado en bloque; indemnizaciones a los antiguos Aliados -ahora, parece, ya menos aliados-; reparaciones pendientes aún de la I Guerra Mundial, gigantesco robo científicamente organizado y perpetrado por las diversas comisiones de ocupación, inglesas, americanas, francesas y soviéticas.
Desde mayo de 1945 hasta junio de 1954, es decir, en sólo nueve años, los despojos cometidos en Alemania en nombre de la Democracia, fueron estimados por el periódico "Der Weg" editado en Buenos Aires: (68)
Bienes y propiedades deliberadamente destruidos después del fin de la guerra: 320.000 millones DM.
Valores confiscados bajo pretexto de "Desnazificación": 108.500 millones DM.
Botín de las tropas de ocupación (únicamente en zona Occidental): 15.000 millones DM.
Confiscaciones "indirectas", expropiación de la Flota Mercante, etc: 138.100 millones DM.
Pérdida sufrida por la población alemana a consecuencia de la "reforma" monetaria impuesta por los Aliados Occidentales: 198.000 millones DM.
Pérdida representada por los "billetes de ocupación" emitidos por los Aliados: 46.000 millones DM.
Daños causados por los incendios intencionados de bosques y parques forestales en la Zona Francesa: 14.000 millones DM.
Desmantelamientos de fábricas: 10.000 millones DM.
Pérdidas causadas por la limitación artificial del precio del carbón: 84.000 millones DM.
Confiscación de valores alemanes en el Extranjero: 18.000 millones DM.
Además hay que tener en cuenta el robo de las patentes de invención alemanas, por la explotación de las cuales ciertos capitalistas americanos se embolsan de dos a tres mil millones de dólares anualmente.
Durante el período 1945-1948, y sólo en las tres zonas occidentales, nacieron más de 300.000 niños de madres solteras, cuyas manutención costó a los alemanes más de cien millones de marcos (69)
Alemania y Austria recibieron un trato como jamás se había dado a un país vencido. La población fue tratada de una manera infrahumana y "una política de hambre organizada fue introducida por nosotros, y dura todavía en 1948", según el escritor norteamericano Yockey. A pesar de que América enviaba alimentos y ropas a todos los lugares del mundo, rehusó hacer lo mismo con los países vencidos. "Las raciones alimenticias fueron fijadas muy por debajo de los mínimos requeridos, tanto cuantitativa como cualitativamente y, muy pronto, la desnutrición, las enfermedades de la piel y degenerativas empezaron a matar a las gentes por centenas de millares...(70)
En el principio de la exaltación de su victoria, el Ejercito americano prohibió incluso a su personal el dirigir la palabra a la población civil. Esta absurda medida debió ser abandonada cuando los castigos contra soldados americanos que la desobediencia llegaron a ser demasiado numerosos. La población de Europa -y no solamente la alemana- fue tratada como esencialmente inferior a los conquistadores americanos. Fue oficialmente mencionada como "the indigenous population" -la población indígena-. En los edificios públicos había bares, servicios higiénicos y sanitarios especiales para los americanos y negros superiores (71).
Gran parte de los edificios que no habían sido destruidos por los bombardeos Aliados fueron incautados para alojar en ellos a las familias de los soldados americanos. Los propietarios fueron expulsados sin indemnización. La población civil fue privada incluso del derecho de autodefensa contra los americanos. Europeos que respondieron con la fuerza a soldados americanos que trataban de robarles o injuriarles fueron condenados por tribunales militares... Un alemán fue condenado a dos años de prisión por haber tratado de "sucio judío" a un oficial americano que pretendía introducirse en su casa (72).
La forma particularmente deshonrosa en que fue llevada a cabo la ocupación de Europa y sobre todo de Alemania, por el Ejército Americano, muestra a las claras la presencia -más aún, el predominio- de elementos culturalmente ajenos, pues ningún país occidental, ni siquiera un país extremadamente joven, como Norteamérica podría haber llevado a la práctica semejantes procedimientos, varios años después de terminada la contienda, y a sangre fría.
Su constitución profunda, presencia histórica, dos milenios de tradición de honor hubieran impedido esa vergüenza. Se pregunta el ya mencionado Yockey, ex-funcionario de los ocupantes yankees "¿Qué nación" occidental hubiera reducido a las mujeres de otra nación occidental al estatuto legal de las concubinas?" (73). Y no obstante, eso fue lo que hizo el Alto Mando Americano en Alemania y Austria permitió el concubinato y prohibió el matrimonio entre sus "boys" y las "hembras" de los territorios ocupados. Los resultados de tal política fueron los que, probablemente se buscaban: las enfermedades venéreas asumieron proporciones de plaga en la Europa sometida.
Queremos creer que las llamadas "autoridades espirituales" protestaron contra este estado de cosas. Empero una cosa es cierta tales protestas debieron ser extremadamente confidenciales, pues nadie se enteró y precisemos, "pour mémoire" que Radio Vaticano posee la emisora más potente del mundo, y que la riqueza de la Iglesia Anglicana es proverbial.
Ante una población indígena reducida a la más estricta miseria, las tropas de ocupación blancas y de color, vivían protegidas por ametralladoras y alambradas. Alimentos que sobraban y ropas usadas de los ocupantes fueron quemadas en medio de la calle, a la vista del populacho famélico y vestido de harapos. Cuando, en 1947, estuvo a punto de producirse una revuelta general, uno de los gobernadores americanos anunció oficialmente que, si se producía una revuelta, sería aplastada con bayonetas y ametralladoras y, si es necesario, con fusilamientos de rehenes (74).
Esa vergüenza general, sistemáticamente organizada, que no era en realidad, otra cosa que la estricta aplicación del infame Plan Morgenthau, fue cuidadosamente ocultada al Pueblo Americano, cuya generosidad fue vilmente estafada. La escandalosa propaganda sobre los sufrimientos de los "pobres judíos" explotó hábilmente el cándido sentimentalismo "dirigido" del Pueblo Americano. Miles de millones de dólares en mercancías de todas clases -ropas y alimentos especialmente- fueron enviados a Europa para las víctimas de la guerra... pero no aprovecharon, en general, a las víctimas, sino a los negociantes de la guerra.
Bajo los auspicios de la U.N.R.RA. se favoreció exageradamente a los judíos, pero al mismo tiempo se organizó un floreciente negocio de "mercado negro" controlado por personas de la misma procedencia racial. Finalmente fueron también dos hebreos, el banquero Herbert H. Lehman y el Alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, los principales factotums de tal entidad.
El General Patton, uno de los más prestigiosos jefes del Ejército Americano, trató de oponerse a los innobles abusos que, en nombre de su patria, cometían ciertos indeseables. Además, amenazó públicamente con trasladarse a América y hacer oír su voz al verdadero pueblo americano, explicándole las infamias cometidas al socaire de su bandera. Pero, con rara oportunidad, tuvo un accidente. Su coche fue embestido por un camión que se dio a la fuga; transportado a una ambulancia, ésta fue, a su vez, embestida por otro camión, resultando muerto el General que quiso oponerse a las infamias de la Ocupación.
Otro General, el británico Frederick Morgan, Delegado de la UNRRA en la Zona Inglesa de Alemania, pretendió, igualmente, oponerse a los abusos judíos. Inmediatamente, Herbert H. Lehman pidió al Gobierno Británico la sustitución de Morgan. Londres rehusó. Pero la presión que debió sufrir el "Foreign Office" le incitó a "dimitir" al General que tuvo la candidez de creer que Inglaterra había ganado la guerra, y que él debía servir a "Old England" antes que a Israel.
Pese a todas las medidas precautorias de los "boys" de Morgenthau y de los "tovaritchs" de Ehrenbourg, el mundo llegó a entrever algo de lo que sucedía en Alemania. Para tratar de justificar "post facto" los excesos de los libertadores hubo que llevar a puntos realmente absurdos la leyenda de la perversidad intrínseca del Nazismo. Los más perfeccionados sofismas, las más inconcebibles historias y las más absurdas estupideces fueron difundidas millones y millones de veces por las rotativas del mundo entero.
A cada religión, a cada secta, a cada sector de opinión, a cada tendencia artística o filosófica, se le dedicó la propaganda "antinazi" adecuada; así, a los católicos se les dijo que Hitler quería eliminar el Catolicismo Alemán en beneficio del protestantismo, mientras a los protestantes se les dijo exactamente lo contrario: a los celosos guardianes de la Moral se les dijo que Bormann o tal otro dirigente nazi era partidario del Nudismo, pero no se les dijo que el Nacional Socialismo terminó con una sede de lacras sociales más o menos toleradas en Francia, la "Filie Ainée de l'Eglise".
Tampoco se les dijo que en la anticristiana Alemania Nazi, las dos Iglesias, Católica y Evangélica, eran las mayores propietarias de bienes inmuebles y muebles, después del Estado, ni que, 1933 hasta el fin de la guerra, el Gobierno de Hitler estuvo poniendo a disposición de ambas Iglesias, cantidades que oscilaron entre 130 y 725 millones de marcos anuales.
Creemos necesario insistir sobre este punto del pretendido anticristianismo hitleriano, del que no aparecen vestigios en "Mein Kampf". Nada anticristiano debieron encontrar en el Nazismo los obispos católicos alemanes cuando el 20 de Agosto de 1935, en ocasión de la Conferencia de Fulda, enviaron un telegrama al Führer expresándole sus sentimientos de fidelidad y respeto. Lo mismo hicieron los obispos protestantes, en Enero de 1934.
Es cierto que S. S. Pío XI había aprobado los decretos del Santo Oficio condenando los escritos de Alfred Rossenberg y del profesor Bergmann sobre el Racismo, pero no es menos cierto que ni las teorías de Rossenberg ni las de Bergmann eran oficiales en Alemania Nacional Socialista. Por otra parte. se olvida con demasiada frecuencia que, dentro de la jerarquía católica, solamente el Soberano Pontífice es infalible, y aún, sólo cuando habla "ex-catedra", circunstancia que se da muy raramente.
La encíclica "Mit brennender Sorge", publicada el 22 de Marzo de 1938, condenaba dos de los veintidós puntos doctrinales del Nacional Socialismo: los que hacían referencia a las "exageraciones racistas" y "al monopolio de la educación juvenil" que el Estado Alemán pretendía arrebatar a la Acción Católica. (75) . . . PERO ES EL COLMO DEL IMPUDOR CALLAR QUE TODOS LOS MOVIMIENTOS POLITICOS QUE SE OPUSIERON AL NACIONAL SOCIALISMO HAN SIDO CONDENADOS IGUALMENTE.
Una buena parte de los católicos de hoy -especialmente los demócrata-cristianos franceses e italianos, que se extasían leyendo al "católico" Schumann, que facilitaba, por los micrófonos de la B.B.C., las listas de los franceses que debían ser asesinados por los "maquis", consideran "de buen tono" calificar de anticristianos al Nazismo y al Fascismo. No obstante, cabría preguntarse por qué, si el Nazismo era tan anticristiano, la Santa Sede se dio tantas prisas en concluir con el Reich el famoso Concordato Pacelli-Von Papen.
Recordemos que, cuando tal Concordato fue firmado, los principios nazis eran conocidos, al menos, desde diez años atrás. El Vaticano, siempre muy bien informado, sabía qué era el Nazismo, y no parecía, entonces, encontrarlo particularmente perverso. Tal constatación vendría después, coincidiendo con la derrota militar. Muchas personas olvidan que el Vaticano es, TAMBIEN un poder político, terrenal. Y, como a tal, es inteligente. Inteligencia, del latín intelligere, comprender; comprender por donde sopla el viento; superinteligencia de la veleta, siguiendo el Viento de la Historia. (76)
Es cierto que el Vaticano tuvo conflictos con Hitler y Mussolini, pero eso no prueba, políticamente hablando, estrictamente nada. ¿Con quién no tuvo conflictos el Vaticano? Nuestros Reyes Católicos Isabel y Fernando fueron excomulgados (77) durante varios años; también lo fue Carlos V (78); también fueron condenados con excomuniones, interdictos, amonestaciones etc, Napoleón, Bismarck muchos reyes de Prusia y de Inglaterra, los primeros reyes de Italia... Todos los sistemas políticos -dejando a parte la llamada Monarquía de Derecho Divino- fueron condenados por el Vaticano: Liberalismo, Capitalismo, Marxismo en todas sus variantes, Judaísmo, Sionismo, etc.
... ¡Hasta Santa Juana de Arco fue condenada como hereje, por una muy regular asamblea, que actuaba en nombre de la muy oficial Inquisición Francesa...!
Es cierto que, en lo que concierne a los judíos, en general, la política vaticana ha dado un viraje de noventa grados... ("Oremus et pro perfidis Judaeis," ayer; "Oremus et pro Judaeis", hoy ... ¿"Oremus et pro BONISSIMIS Judaeis", mañana? ) Pero no es menos cierto que, hasta nueva orden, la Doctrina Católica la constituyen el Evangelio y las decisiones de los Concilios... Para los cristianos no católicos, el Evangelio, por la boca de Cristo califica los bonissimis de mañana de "Hijos del Diablo" "Hijos de la Mentira", "Hijos de las Tinieblas" "Raza de Víboras "Sepulcros Blanqueados" "Asesinos de los Profetas", "Raza de Fornicadores" y "Enemigos del género humano"... Hitler, Goebbels o Streicher nunca llegaron a decir nada tan definitivo.
Un pacifista bienpensante explicaría, tal vez, que la actitud del Vaticano hacia el Nazismo y el Fascismo tras la derrota militar de éstos, está motivada por los excesos y los crímenes cometidos por los vencidos. Admitamos, a titulo puramente dialéctico, que todas las maldades atribuidas al Nazismo sean auténticas... ¿Y qué?... ¿Acaso no fue la propia Iglesia quien inauguró brillantemente la serie de las grandes matanzas colectivas con sus ocho Cruzadas, con el genocidio de los albigenses y, más tarde, con la cruel represión de los hugonotes en la Noche de San Bartolomé?... ¿Acaso condenaron las diversas sectas protestantes a sus numerosos adeptos del Norte de América, autores, a costa de los aborígenes piel-rojas, del mayor genocidio de la Historia, con treinta millones de muertos en las cifras más conservadoras? Si se juzga una doctrina, una sociedad, un partido, una religión por los crímenes que en su nombre se han cometido, entonces el Catolicismo y el Cristianismo en bloque, deben ser incluidos en las lista de las doctrinas criminales, igual que cualquier otra religión.
El último "descubrimiento", consistente en denigrar sistemáticamente a los jefes nazis, no vale, tampoco, gran cosa... pues por el mismo sistema de razonar, podría aducirse que San Pedro, el primer Papa, fue, en cierta memorable ocasión, un triple perjuro y un cobarde, según los Evangelios; que el primer "Tesorero" de lo que podríamos llamar el Gobierno Provisional de la Iglesia Cristiana, Judas Iscariote, fue un digno representante del genio financiero de su raza; que el apóstol y evangelista Mateo era lo que, en nuestra desgraciada época, llamaríamos un "Quisling"; que el primer santo, cronológicamente hablando, el buen Dimas, crucificado a la diestra del Hijo del Hombre, era un "gángster" podría también hablarse de la adúltera Magdalena... Pero, ¿se ha oído jamás que los impíos Hitler, Goebbels o Hess declararan, tranquilamente que el Cristianismo es una religión de perjuros, cobardes, estafadores, traidores, gángsters y mujeres fáciles?
Muy interesante sería saber hasta qué punto la influencia masónica fue determinante en ciertas raras actitudes de determinados influyentes grupos católicos.
Por ejemplo, el 14 de septiembre de 1938, SS. Pío Xl recibió, en Castelgandolfo, a un grupo de refugiados españoles. Si bien reprobó las persecuciones sufridas por el clero español, no estableció ninguna diferencia entre los nacionales, que fusilaron a dieciséis sacerdotes vascos por delitos políticos, y los gubernamentales. que mataron a catorce mil, más una docena de obispos por el "delito" de ser eclesiásticos (79).
La infiltración masónica en ciertas esferas católicas y, más aún, protestantes no constituye ninguna novedad, y nada tendría de particular que ciertos altos consejeros bebieran sus informaciones en aguas no demasiado puras.
Sería absurdo pretender que el Nacional Socialismo no cometió abusos y torpezas, inherentes a toda obra humana. Hubo, tal vez, ciertas exageraciones que, más que racistas, cabría calificar de zoológicas. Hubo, también, indudablemente, muchos uniformes, demasiados uniformes y, lo que es peor, en momentos críticos, existió un híper-nacionalismo desplazado, a lo siglo XIX, que hizo apartarse de Alemania a ciertas fuerzas cuyo concurso hubiera sido decisivo. La desconfianza hacia los pueblos del Este, en especial los ucranianos que esperaban a los alemanes como libertadores y a los que la estúpida política del Gauleiter Koch y de Kaltenbrunner hizo perder como preciosos aliados, la obcecación en querer tratar con Inglaterra, como si tres siglos de cooperación anglo-judaica no significaran nada...
Pero aún suponiendo que fueran ciertos todos los crímenes y todos los errores que al Nazismo se atribuyen, es evidente que los que cometieron los Aliados, entre 1945 y 1955 en Alemania, fueron aún mayores, con el agravante de haber sido perpetrados a sangre fría, sin la excusa de las obcecaciones que el caos de la guerra producen incluso en los más sosegados espíritus.
TRAICION EN ASIA Y NUEVO MAPAMUNDI
Chiang-Kai-Shek, a pesar de su estrecha vinculación con la Masonería, era un sincero anticomunista o pretendía serlo. Mientras Roosevelt y Stalin necesitaron de él para que, con sus tropas inmovilizara al grueso del Ejército Japonés y le impidiera su ataque contra Siberia, Chiang-Kai-Shek recibió una graduada ayuda y fue considerado -teóricamente al menos- como uno de los "Cuatro Grandes". Pero tan pronto como el Japón capituló, el "hermano Chiang" dejó de ser necesario. Es el clásico sino del masón; ser el mayordomo introductor del Bolchevismo y morir, precisamente, a manos del Bolchevismo. La Masonería, maestra del embuste, engaña, antes que a nadie, a los masones, por que le consta que "el engañado es quien mejor engaña".
Así, tan pronto como el Japón dejó de existir como gran potencia y la URSS pudo concentrar en Extremo Oriente toda su atención diplomática y militar, empezó -con secular pericia masónica-, la campaña orquestada contra Chiang-Kai-Shek, atribuyéndosele toda clase de inmoralidades, tanto a él como a su administración: fue presentado a los ojos del mundo como un ladrón indigno. El Embajador americano en China, Patrick Hurley, dimitió en señal de protesta contra esa campaña indigna.
El Presidente Truman envió al General Marshall -el mismo que, con Rockefeller y Roosevelt, organizó la encerrona de Pearl Harbour- a China para que convenciera a Chiang-Kai-Shek de la necesidad de dar entrada a los comunistas en su Gobierno. Como éste se negara resueltamente, Marshall aconsejó al Departamento de Estado que denegara todas las licencias de exportación de municiones a China. No contento con esto, Marshall hizo anular el contrato que obligaba al Gobierno Norteamericano a vender aviones de bombardeo al Gobierno de Chiang-Kai-Shek. Entre tanto, Stalin facilitaba una ayuda masiva a Mao-Tsé-Tung. El Gobierno de Chiang intentó comprar armamento a Inglaterra, pero determinadas presiones desde Washington obligaron a Londres a abstenerse.
El Secretario de Estado, Byrnes, se entrevistó con Chiang-Kai-Shek el 26 de noviembre de 1945, sugiriéndole que admitiera a comunistas en su Gobierno, y amenazándole con suspender la ayuda económica americana, de la misma manera como ya se había suspendido la ayuda militar.
La máquina propagandística mundial empezó a hacer creer a las masas desinformadas, -y especialmente las masas americanas- que Mao Tsé-Tung no era un comunista, sino un "reformista agrario", un revolucionario del tipo de los franceses de 1789. Harry Hopkins fue enviado a Moscú, para entrevistarse con Stalin; poco después, Hopkins y Marshall se entrevistaron con Chiang-Kai-Shek; el resultado de todos estos conciliábulos fue la entrada de comunistas en el Gobierno de Pekín. Esto equivalía a la legitimación -la legalización, al menos- de la traición; el caballo de Troya marxista instalado dentro de la propia Administración posibilitó la derrota de los nacionalistas. Estos, privados de toda ayuda, mientras Mao-Tsé-Tung la recibía a manos llenas, y no solamente de la URSS, terminaron por ser militarmente batidos en toda línea, debiendo retirarse al último baluarte de Formosa.
El Comunismo Internacional extendió así, su dominio sobre la inmensa China, con más de seiscientos millones de habitantes y un territorio dieciséis veces mayor que Francia. Lo que había sido, y pudo continuar siendo, un Aliado, se convirtió, por obra y gracia de Truman, Marshall, Hopkins et alia, en una terrible amenaza para Occidente.
Las instituciones mundialistas "Institute of Pacific Relations" (Instituto de Relaciones del Pacífico) y "Amerasia", financiadas por el "trust" Rockefeller, estuvieron en vanguardia de la propaganda pro-Mao y anti Chiang-Kai-Shek. De la primera de esas entidades formaba, entonces, parte, el más tarde secretario de Estado, Dean Rusk, viejo empleado de los Rockefeller. De la segunda, el conocido espía Owen Lattimore.
Manchuria fue cedida a China, sin consultar para nada a los manchues. También se decidió -en Yalta- la entrega a la URSS de Sakhalin Meridional y del Archipiélago de las Kuriles, más la posesión en arriendo de las zonas portuarias de Port Arthur y Dairen. Otro de los acuerdos de Yalta preveía el derecho de pasaje de un ferrocarril extraterritorial que uniría Dairén a la Siberia Meridional. Un ferrocarril extraterritorial y una carretera a través del "corredor polaco" pedía Hitler, y se le declaró la guerra. El "corredor polaco" era de diferente cuerda, por lo visto, que el corredor de Dairén a través de China, cuando ésta no era, todavía, comunista.
En Asia Central, la URSS consideró necesario aumentar su "espacio vi-tal", y exigió al Afganistán la cesión de la región de Kuschka. Las potencias occidentales no protestaron por esa enésima violación de los solemnes principios de la Carta del Atlántico. Afganistán, a pesar de que la URSS había firmado con Kabul un pacto de amistad y no-agresión, reconociendo las fronteras comunes, el 31 de agosto de 1926, debió ceder, el 14 de junio de 1946, y los soviéticos tomaron posesión de Kuschka.
Otro pacto de no agresión y Amistad, firmado entre la URSS y Turquía (17-Xll-1925) fue unilateralmente quebrantado por aquélla que, en Marzo de 1945, lo denuncia, dando a conocer sus pretensiones sobre el Kurdistán Turco y exigiendo el control de los Dardanelos.
En Europa Oriental y Central, los soviéticos instalan sus gobiernos títeres, sin base popular alguna, pero con el apoyo de las bayonetas del Ejercito Rojo. Los masones occidentalistas -así los llama Moscú- son sucesivamente eliminados: Benes, Massaryk, los inconscientes polacos "londinenses", los agrarios húngaros, los "mandilones" monárquicos de Bucarest, Sofía y Belgrado han dejado de ser útiles y tienen el fin reservado a los traidores.
Entonces, Churchill -que también ha dejado de ser útil y ha sido espectacularmente arrinconado (80)- constata el establecimiento a lo ancho de todo nuestro Continente, de un Telón de Acero, expresión tomada de un discurso de Goebbels, y que hará fortuna. Churchill confiesa que la última guerra ha sido un error "We killed the wrong pig" ¡Demasiado tarde!
Sí, demasiado tarde, por que Inglaterra, el viejo parásito político del continente ha contribuido eficazmente al asesinato de éste, y la muerte del agente a expensas del cual vive el parásito produce la muerte de éste. Churchill, que, en aquellos momentos, sintió, ciertamente, la tentación de pensar en inglés, y no en masón, objetivamente marxista, es lanzado a las tinieblas exteriores de la política. A Sión le ha hecho falta un Churchill en tiempos de guerra, para exprimir al pueblo inglés y hacerle luchar en una guerra que significará su propio suicidio como gran potencia.
Pero cuando, al final de la guerra, Churchill tiene la tentación de entenderse con Doenitz, para echar a los rusos de Europa, entonces, muy oportunamente, se descubre que su administración ha sido un dechado de inmoralidades y favoritismos. Por eso es barrido, literalmente, en las elecciones. Por que si "el mundo judío y Roosevelt" forzaron a Londres a declarar la guerra a Alemania, como dijera Chamberlain, bien sencillo debió ser para "el mundo judío y ... Truman" organizar una derrota electoral de los conservadores ingleses, derrota consumada, a la par, por la traición del "Times" y por la formidable campaña propagandística electoral del Partido Laborista. (¿quién la pagó?).
El mundo comunista extiende progresivamente su influencia en el Norte de Corea, donde Stalin, con la anuencia de Truman, instala una "República Popular", mientras la zona Sur de ese viejo país queda bajo influencia americana, aunque oficialmente "libre".
Un nuevo Mapamundi es la principal secuela de la Segunda Guerra Mundial. Es el resultado de la Gran Cruzada de las Democracias -por cierto, incluyendo la Soviética- contra los Fascismos, Cruzada que ha entregado al Bolchevismo: Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Bulgaria, Hungría, Bohemia, los Sudetes, Eslovaquia, Yugoslavia, Albania, media Alemania, extensos territorios en Finlandia, China, Manchuria Meridional, las Kuriles y el Norte de Corea. En total, unos trece millones de kilómetros cuadrados y casi ochocientos millones de personas entregadas a la tiranía bolchevique. He aquí el resultado palpable de la Cruzada, cuyas consecuencias siguen pagándose hoy y se pagarán durante largo tiempo.
Austria y Finlandia serán "neutralizadas" después de los respectivos tratados de paz, prohibiéndoseles, prácticamente, entretener una fuerza armada eficaz. A Austria se le prohibirá, igualmente, en nombre de la Libertad y de la Democracia, formar parte de organismos internacionales al lado de Alemania, o concluir con ésta tratados aduaneros, comerciales o políticos de la clase que fueren. Finalmente, se le impondrá una pesada contribución de guerra en concepto de reparaciones, pese a que la propaganda Aliada siempre había presentado a Austria como un país libre, sojuzgado por la Alemania nazi contra su voluntad.
Finlandia y Austria serán, pues, un "no man´s land", provisionalmente no bolchevizado, entre el Imperio Comunista y la Europa residual.
El trágico resultado de la Guerra Mundial no se produjo a consecuencia de un capricho del azar. El nuevo Mapamundi había sido decidido en Yalta y Teherán, en el transcurso de la contienda, y en Postdam, semanas después del cese de hostilidades. Pero, Yalta, Teherán y Postdam no fueron más que ejecuciones de planes previamente trazados; otros hombres, otras Fuerzas, que no aparecieron en primerisimo plano a los ojos de los profanos, habían ya decidido el destino del mundo y su división en dos zonas de influencia, llamadas Occidental y Oriental.... Capitalista y Comunista... Americana y Soviética... Democrática y Marxista... aunque la realidad detrás de todas esas denominaciones era el control del Judaísmo de todo el Universo, a través de una artificial división del mundo en dos bloques, falsamente antagónicos, e igualmente sometidos al dominio de Judá.
En 1941, Maurice Gomberg, personaje muy influyente del Sionismo Americano, publicó "A New Moral Order for Permanent Peace and Freedom" (81). En dicho libro se incluye un Mapamundi que es la copia exacta del que resultaría después de la "Victoria" de 1945.
La Unión Soviética se extiende, en dicho mapa profético, desde Vladivostock hasta las puertas de Hamburgo; Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania y los Estados Bálticos son mostrados como "estados asociados" de la URSS; Finlandia y Austria aparecen como "territorios neutralizados"; China está dentro de la órbita soviética, pero no es denominada "estado asociado de la URSS", sino que se le atribuye una cierta autonomía; las Kuriles y Sakhalin del Sur están coloreadas de rojo, lo mismo que Manchuria. Hasta se prevé la división de Alemania en dos zonas; Berlín está partida en dos, y hasta se prevé un reparto de influencia en Corea. El profeta Gomberg predecía, incluso, la creación de un Estado judío en Palestina... ¡Increíble, el poder de penetración del futuro poseído por este profeta!
Sí; increíble en toda la extensión de la palabra. Porque es materialmente imposible que, a principios de 1942. en la neutral América pudieran predecirse tantas cosas "impensables" y acertar en todas. Y, sin embargo, así lo hizo Gomberg. ¿Milagro?... ¿Profecía?...
Nos limitaremos a sugerir que, tal vez, la mejor manera de acertar una profecía es poner todos los medios necesarios para que lo profetizado se realice. Esta es la única manera de predecir el futuro. No conocemos otra.
El libro de Gomberg es una prueba más de que el Mundo y sus acontecimientos están predeterminados por Fuerzas insospechadas y que todas las guerras, generales o locales, las discusiones de la ONU, las conferencia de desarme, las reuniones de "alto nivel" y las "escaladas" no son más que pura tramoya destinada a engañar al hombre de la calle, embrutecido por la Desinformación, Mundial.
"Por qué -se objetará- reveló Gomberg los planes secretos del Judaísmo Político?"... "¿Por qué correr ese riesgo inútil?..."
La respuesta es sencilla. Los judíos, maestros del engaño comercial (la Publicidad) saben, de sobras, que, en Democracia "la Verdad es lo que se hace creer a la mayoría". El libro de Gomberg estaba destinado, evidentemente, a las masas judías, no iniciadas en los secretos de la Alta Política del Sanedrín. Aunque su libro fuera leído por unos cuantos centenares de "Gentiles", y aunque estos despreciables "Goyim" lo recomendaran a unos cuantos miles de amigos y conocidos ¿qué importancia podía ello tener?... Ante las revelaciones de estos pocos miles de hombres se alzaría el infranqueable telón de la ironía universal, adornado con sonrisas sarcásticas y compasivas.
Cuando la propaganda no hablaba aún de "crímenes de guerra" alemanes, y los únicos crímenes conocidos eran las horribles matanzas de Bromberg y Katyn, el judío Gomberg ya anunciaba los "procesos" contra los "criminales de guerra" nazis. Los planes para el asesinato jurídico de Nuremberg y la exterminación de la élite europea no fueron forjados en la Conferencia de Moscú, ni en la de Yalta, ni en la de Postdam, sino que los "estadistas" Aliados se limitaron a poner su protocolaria firma al pie del Diktat del hebreo Gomberg, el precursor de Morgenthau, heraldo de Baruch y programador del nuevo Purim.
(1) "The Times", Londres. 12-XI-1944.
(2) "The New Leader" , USA, 14 - X- 1943.
(3) Roosevelt tampoco creía mucho en "la nación polaca". Ante el congreso declaró (Octubre 1944) que "después de todo, la mayor parte de los habitantes de Polonia no eran polacos". (N. del A.)
(4) "The Daily Mail", Londres, 12-IV -1940.
(5) Georges Ollivier: "Franklin Roosevelt L'Homme de Yalta", página. 11
(6) Joachim Von Ribbentrop: "Zwischen London und Moskau".
(7) Discurso en el Congreso, 6-1-1942.
(8) A.S. Leese: "The Jewish War of Survival".
(9) Más adelante hablamos del Racismo, de lo que es, de lo que se pretende que es, con finalidades propagandísticas y del babelismo imperante en torno a la palabra "igualdad". (N. del A.)
(10) Posteriormente parecen haber surgido discrepancias entre los soviéticos y los yugoslavos y albaneses (N. del A.)
(11) Panamá formaba parte de la República de Colombia más como el Gobierno colombiano tenía unas exigencias económicas, -a cambio de la concesión de la Zona del futuro canal- juzgadas demasiado elevadas por Washington, se organizó la secesión panameña. (N. del A.).
(12) Parece ser una constante histórica del imperialismo americano el injustificado ataque de un pacífico, buque Yanqui. El "Lusitania", en 1947 El "Reuben James" y más tarde, Pearl Harbour, en 1941. Incluso el "Maine", en 1898. Se ha demostrado que tal navío fue hundido por su propio Comandante el judío Adolf Marix. (Véase Elizabeth Dillings: "The Plot against Chritianity", pág. 120). Ese hundimiento fue un pretexto de la guerra, cuyo resultado fue la ocupación americana de Cuba y las Filipinas lo que permitió a gran número de judíos instalarse en esas islas (Según el escritor judío Elbogen en "A Century of Jewish Life", págs. 341-342 y la Enciclopedia Judía, pág. 625). (N. del A.)
(13) Tres semanas después de haber firmado el Pacto Briand-Kellogg (un documento absurdo que debía terminar con las guerras) los "Marines" desembar-caban, por enésima vez, en Nicaragua, y la aviación americana bombardeaba Nanking. (N. del A.).
(14) De las modernas naciones colonialistas, Alemania fue tal vez la única en obtener un imperio colonial mediante compras y tratados diplomáticos en tiempos de Bismarck. (N. del A.)
(15) Cuatro personajes coadyuvaron activamente en el derrocamiento de Pe-rón: el General Franklin Lucero, masón; el Almirante Isaac Rojas, judío, y sus correligionarios Eduardo Vuletich y Abraham Krislavin, que enreda-ron a Perón creándole dificultades con la Iglesia Católica. (N. del A)
(16) Paul Rassinier en "Le SoIeil", 6-6-1967.
(17) W.S. Churchill, Memorias, Tomo 1, págs. 6, 7 y 8. Edición francesa.
(18) "The New York Times" 22-11-1948.
(19) "Aufbau", New York. 13-VIII- 1948.
(20) David Kimche: . "The Secret Roads." Secker & Warburg Ltd. Londres, 1955.
(21) Gerald Reitlinger: "The Final Solution". Londres, 1963.
(22) En el periódico moscovita "Einheit", 5- XII -1942.
(23) Según las cifras más modestas, 140.000, injustamente atribuidos a los a-lemanes. (N. del A. )
(24) 13-VI -1946.
(25) Cifra atribuida por el "The New York Times", del 11-1-1945 a la "Con-ferencia Judeo-Americana".
(25) "Aufbau", ya citado.
(26) Anuario Mundial, 1942, página 594.
(27) Rapport del "Anglo-American Palestine Committee" (Comité angloamericano para Palestina).
(28) 19-1-1955.
(29) Esa cifra incluye los fallecimientos de judíos a causa de todos los factores, epidemias, muertes naturales, inanición, e, incluso, bombardeos de la aviación aliada. (N. del A.)
(30) L´Europe Réelle", Bruselas, núm. 36-37, Abril-Mayo 1961.
(31) Jacob Letchinsky: "La situation économique des Juifs depuis la Guerre Mondiale".
(32) Memorah, New York, Abril 1946.
(33) Aldo Dami: "Le dernier des Gibelins".
(34) Benedikt Kautsky: "Teufel und Verdammte".
(34) Bertrand Russell: "The Scourage of the Swastika".
(36) Savitri Devi Mukherjee: "Gold in the Furnace"
(37) El Juez Reitlinger era judío de raza (N. del A.)
(38) Paul Rassinier: "Le mensonge d´Ulysse".
(39) Las famosisimas verdugos Mor Klein y "Tigresa Klara" que habían opera-do en Belsen resultaron ser..., judías. (Véase L. Marschalsko: "World Conquerors", página 168).
(40) Según Rassinier (Op. cit.) gran parte de los fallecimientos fueron causados por un bombardeo aliado (los americanos solían bombardear de noche y arrojaban las bombas en cualquier aglomeración urbana). Cuando los Aliados ocuparon Buchenwald, abrieron las fosas donde sus propias víctimas estaban enterradas y fotografiaron la lúgubre "mise en scéne" para que sirviera de "prueba" de la brutalidad nazi. (N. del A.)
(41) Documento N. 11450/42/B1/H.
(42) Olga Lengyel: "Five Chimneys". Panther Books, Londres, 1959.
(43) Nationalist News", Vol. 11 - no. 8,6.12-1964.
(44) Pié: Medida británica, equivalente a 30,47 cms.
(45) Pulgada: 2,54 cms. (N. del A.)
(46) De haber iniciado la calumnia de los seis millones en plena guerra, el Judaísmo se hubiera expuesto a que Alemania hubiera recurrido al testimonio de una Comisión Investigadora de Países neutrales que hubiera restablecido la Verdad (N. del A.).
(47) Véase artículo de C. Illión, "En Pie", Madrid, abril 1961.
(48) El Profesor Stielau, de Lubeck, osó, en 1959, poner en duda la autenticidad del "Diario" de Ana Franck. Fue expulsado de su cátedra y procesado... Pero apenas un año más tarde, una encuesta de la policía holandesa permitió verificar que tal "diario" había sido profusamente adornado a posteriori... Pero no importa; las gentes de medio mundo continuaron emborrachándose lacrimogenamente leyendo las desventuras de Ana y Peter, mientras -¡oh, sentimentalismo dirigido!- son incapaces de acordarse de Dresde, Hiroshima o Katyn... (N. del A).
(49) Llamamos la atención sobre el hecho revelador de que tales reparaciones son exigidas a la Alemania Occidental, pero no al régimen "marioneta" de Pankow. (N. del A.
(50) El sistema concentracionario no fue inventado por los alemanes, sino por los ingleses que lo pusieron en práctica, por vez primera, en ocasión de la guerra Anglo-Boer. (N. del A.)
(51) Hablamos de derecho político, no moral. La Moral es del dominio de los teólogos; la Política, de los políticos. Estos no son, probablemente, muy morales en su proceder, pero la total atonía de los teólogos ante el crímen de Dresde, el escándalo de Nuremberg y la estafa onusina no lo es más. (N. del A.)
(52) J. G. Burg: "Schuld und Schicksal". citado por la "Deutsche Welt Zeitung" 10-III-1962, y por "L´Europe Réelle" , n. 45-49. Mayo, 1962.
(53 ) Mientras en Londres se preocupaban tanto de la suerte de los judíos en Alemania, se recibió en el "Foreign Office" una protesta, respaldada por millares de firmas, de los irlandeses residentes en los Estados Unidos, protestando por las medidas discriminatorias y represivas adoptadas por los británicos en el Ulster contra los nacionalistas pro-Eire. A los irlandeses de América se les aconsejó ocuparse de sus propios asuntos... en América. (N. del A).
(54) Tras la eliminación física de los alemanes, el Autor hebreo proponía el reparto del país entre Francia, Holanda, Bélgica, "Chequia" (Checoslovaquia ), Suiza, Italia, Dinamarca, Polonia, Hungría, y la URSS. (N. del A.)
(55) A consecuencia de ello, algunos acusados tuvieron así dos fiscales y ningún defensor. Streicher discutía más con su abogado que con Jackson o Rudenko. El defensor asignado al antisemita Streicher fue el judío. Doctor Marx (N. del A.).
(56) L. Marschalsko: "World Conquerors".
(57) Francis Parker Yockey fue encarcelado por las autoridades norteamericanas y se le encontró, muy oportunamente, "suicidado" en su celda. (N. del A.)
(58) La fiesta máxima de Judaísmo es el Purim, la festividad del odio. El Purim conmemora el asesinato del Ministro Ammán, de sus diez hijos y de setenta y cinco mil personas. Este genocidio, cometido en el siglo VI antes de Jesucristo bajo el reinado del Roosevelt de la época, el rey Asuero de Persia, es conmemorado cada año por los judíos del mundo entero. Alemania había querido oponerse a las maquinaciones de los israelitas en su patria. Esto explica el grito de Streicher (N. del A.)
(59) Ni siquiera la propaganda aliadófila ha conseguido enturbiar el hecho de la muerte dignisima de los reos de Nuremberg. Contrasta con el fin de los trotskystas en la URSS, descrito por su correligionario Koestler ("EI Cero y el Infinito").
(60) Según versiones de prensa, Bormann logró huir a la Argentina, donde fue reconocido por un médico judío, que logró ganarse su confianza y le asesinó "médicamente". Según otras versiones, Bormann era un agente soviético que falleció recientemente en Moscú, de muerte natural. En realidad, nada seguro se supo de él (N. del A.)
(60) El único político francés que perdió la vida fue el ex-ministro Georges Mandel-Rothschild, judío, al que los "militiens" de Vichy aplicaron la "ley de fugas" (N. del A.)
(62) Declaración hecha ante la Asamblea Nacional Francesa, el 6 de agosto de 1946. ("Journal Officiel", 7-VlIl-1946, pág. 3.012).
(63) La Liberación de Italia fue iniciada, con singular provecho, por las tropas de ocupación. Especialmente en la región de Monte-Cassino y la provincia de Frosinone. El Mariscal Juin que -se dice, es católico- redactó en su orden del día, dirigida a sus "tabores" de marroquíes a sus órdenes: "Os lo prometo solemnemente, cuando el enemigo sea vencido, las casas, las mujeres y el vino os pertenecerán durante cincuenta horas. En ese lapso de tiempo, podréis hacer lo que os plazca". Balance: Sesenta mil italianas violadas en condiciones particularmente atroces. Niñas, muchachas, mujeres de toda edad, incluso las enfermas, las religiosas y las asiladas en un manicomio. El diputado monárquico Covelli pidió en el Parlamento una pensión vitalicia para esas víctimas de la barbarie democrática. (N. del A.)
(64) Libro Blanco de los Sudetes. (Dokumente Vl-XVII)
(65) Wenzel Janksch: "Postdam, 1945".
(66) En cambio, los judíos Preminger, Zanuck, Maté et alia pueden, impunemente, continuar fabricando docenas de films anti-alemanes, muchos años después de terminada la guerra (N. del A.)
(67) Louis Marschalsko: ëWorld Conquerorsí, pág. 182.
(68)"Der Weg", no. junio 1954, Buenos Aires. Citado por L. Marschalsko, 176.
(69) Savitri Devi: "The Lightning and the Sun".
(70)Francis Parker Yockey (Ulik Varange): "Imperium", págs. 542-543.
(71,72 y 73) Francis Parker Yockey (Ulik Varange): "Imperium" págs 542, 543 y 545.
(74) Aparte de Varange y Marschalsko, el jesuita alemán Padre Reichenberger da abundantes detalles de estas auténticas provocaciones de las autoridades ocupantes (N. del A.)
(75) Otra encíclica, "Non Abbiamo Bisogno", condenó el principio "totalitario" del Estado Fascista. Recordemos, empero, que fue ese denigrado Estado fascista el que restableció la enseñanza religiosa en las escuelas de Italia (Octubre de 1923), y normalizó las relaciones entre Roma y el Quirinal, por el tratado de Letrán (11-11-1929). De nada le valió esto a Mussolini, al que el Arzobispo de Milán, Schuster, rehusó albergue cuando intentaba huir de los partisanos comunistas que lo ejecutarían dos días después. (N. del A.)-
(76) La expresión "Viento de la Historia", se debe al muy católico General De Gaulle, enemigo personal del no menos católico Mariscal Petain. (N. del A.).
(77) Dos veces: una a causa de la falsificación de su bula de matrimonio y otra en 1482 a causa de los nombramientos eclesiásticos (N. del A.).
(78) A causa del saqueo de Roma, en 1527, (N. del A.)
(79) En 1953, ciertas altísimas dignidades católicas, cuya buena fe fue ciertamente abusada por pescadores en aguar turbias, protestaron por la ejecución del agente comunista Grimau, en España y nada dijeron por la de Bastien-Thiry, militante nacionalista, que sólo intentó asesinar a De Gaulle. A Grimau se les reprocharon más de veinte crímenes. La paja y la viga! (N. del A.)
(80) Los conservadores fueron aplastados en las elecciones del 26 de julio de 1945, tras una extraña campaña electoral, en la que los laboristas acusaron al Gobierno de Churchill de toda clase de inmoralidades, nepotismos y malversaciones, acusaciones que fueron, insólitamente, suscritas por el rancio "Times" (del judío Isaac Hammsworth). (N. del A.)
(81) (Un Nuevo Orden Moral para la Paz y la Libertad Permanente). Editado en Filadelfia, Febrero 1942. Citado por el Padre E. J. Reichenberger in "Europa in Trummern".

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